La complicada y traumática relación de un padre con su hija a lo largo de un cuarto de sigloEntertainment One Films Spain distribuye el drama familiar De padres a hijas, que el 1 de enero alcanzó las salas de cine. De la dirección se encarga el italiano Gabriele Muccino, que a sus 48 años ya ha triunfado con las conmovedoras historias En busca de la felicidad (2006) y Siete Almas (2008).
En el caso que nos ocupa afronta de nuevo el conflicto padres-hijos, corriente cinematográfica cada vez más extendida y con más flecos por cortar de la que presumen, y han creado un estilo propio y sólido, en el fondo del conflicto, los cineastas españoles Pedro Almodóvar y Gracia Querejeta.
Por su parte, De padres a hijas cuenta la historia de Jake Davis, un novelista ganador del Premio Pulitzer. Su vida no es nada fácil ya que debe lidiar con la educación de su hija de 5 años después de la dramática muerte de su mujer en un accidente de coche.
La educación de Katie en Nueva York no es sencilla. Jake es mentalmente inestable debido a sus crisis nerviosas. Veinte años más tarde, Katie hace frente a las consecuencias de su difícil infancia atendiendo a niños con problemas psicológicos.
De padres a hijas está protagonizada por los grandes actores Russell Crowe y Amanda Seyfried a quienes les acompañan, en categoría de secundarios y con resultado solvente en sus interpretaciones, Aaron Paul y Diane Krueger. Además se aprecia y agradece la interpretación, con un pequeño papel, de la actriz ganadora del Oscar Jane Fonda. Anteriormente, Crowe y Seyfried habían trabajado en otro filme, Los Miserables (2012). Pero el detalle más simpático corrió a cargo del actor Aaron Paul. Envió un email a todos los asistentes de su boda para que se aprendieran la canción Beauty, del grupo musical The Shivers, a fin de que todos la cantasen durante la ceremonia y sonara al unísono entre todos.
Desarrollado en dos tiempos paralelos, el filme no es tan redondo como con En busca de la felicidad. Recordemos que esta película sabía frenar a tiempo cuando se embalaba en los tramos sentimentales y lograba emocionar más con pequeños detalles propios del neorrealismo italiano de Vittorio de Sica que con otros trabajos, por ejemplo, del oscarizado Franco Zeffirelli. Pero en De padres a hijas -tal vez sin querer- no encuentra tanta frescura en ese sentido y se notan impostados algunos de los resortes melodramáticos, aunque no llega a caer en la cursilería barata.
Sin embargo, hay que reconocer que el argumento propone cuestiones nada fáciles, como resolver la complicada y traumática (traumas que nacen, crecen, se reproducen, se heredan y acaso se mueren) relación de un padre con su hija a lo largo de un cuarto de siglo. De hecho, los flashbacks sirven, más que para arrojar luz sobre los problemas, para que sean el espejo de los propios que la hija tiene. De este modo, Muccino construye con valentía un filme que bebe de los trabajos del realizador turco Elia Kazan de los años 40, del Elia Kazan psicoanalítico de los años 60 y del cine del italiano Mauro Bolognini, en concreto de sus dramas familiares.
Aunque lo importante de esta película es que su director la rueda con fluidez, imprime elegancia a los puntos más sórdidos del relato, transmite la fuerza del amor paterno-filial y explora bien la idea de que todo lo que sucede en la infancia tiene después eco en la edad adulta.