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¿Recuerdas el día que un Papa visitó a los Reyes Magos?

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Esteban Pittaro - publicado el 06/01/16
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Mis memorias de la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia 2005Toda esa semana el Centro de Prensa había tenido un movimiento intenso. Era una época en la que la telefonía celular no tenía buena señal y las computadoras portátiles y las conexiones inalámbricas aún tenían camino por recorrer.

Y eso que la Jornada Mundial de la Juventud de 2005 era en Alemania. No era fácil conseguir un puesto de trabajo en el enorme predio destinado a los periodistas.

Ese jueves, Colonia esperaba al Papa con cientos de miles de jóvenes llegados de todo el mundo. Benedicto XVI arribaría vía fluvial, por el Rhin, hasta descender de la barca en un punto muy cercano a la catedral de Colonia.

Allí, visitaría las reliquias de los Reyes Magos después de dirigir un primer mensaje a los jóvenes de todo el mundo en la Plaza Roncalli, nombrada en honor al papa Juan XXIII, otro ilustre visitante del templo.



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“Venimus adorare eum”, cantaba el himno de manera permanente, taladrando hasta el cansancio un estribillo que los jóvenes del mundo allí presentes terminaron por abrazar y clamar, como habían hecho hace 2000 años los magos de oriente.

Todos los mensajes previos, tanto como los preparados por Juan Pablo II como los continuados por Benedicto XVI en torno a la preparación de esta jornada habían sido en torno al peregrinaje. Y el Papa, providencialmente alemán desde abril de 2005, se hacía ese fin de semana de agosto, peregrino con los jóvenes.

Han venido de todo el mundo haciéndose peregrinos detrás de los Reyes Magos, empezó Benedicto XVI un mensaje que por primera vez en siglos años un Papa pronunciaba con absoluta naturalidad en alemán. Ese día era todo nuevo.

Muchos de los cientos de periodistas que horas antes copaban el centro de prensa, permanecían atentos a las pantallas y a los textos bajo embargo, mientras otros tantos se volcaron a los alrededores de la catedral para ver cómo sería el primer encuentro masivo de un Papa tras el pontificado de Juan Pablo II, el pontificado con el que los medios alcanzaron la masividad con la que hoy irradian el mundo.

Era una gran incógnita y de allí el interés, le había confesado una experimentada corresponsal de un prestigioso medio latinoamericano a un joven periodista.

¿Cómo reaccionarían los jóvenes ante este Papa que el autolegitimado vaticanismo había definido como el guardián de la ultraortodoxia?

Me corresponde a mí recoger esta extraordinaria herencia espiritual que nos ha dejado el papa Juan Pablo II, pronunció Benedicto en palabras que fueron entendidas independientemente de la lengua. Ovación. Incertidumbre periodística.

Y con la figura de los reyes magos, cuyas reliquias la tradición cuenta descansan en Colonia, Benedicto XVI inició su primera catequesis masiva.

Mateo refiere en su Evangelio la pregunta que ardía en el corazón de los Magos: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?” (M 2,2). Su búsqueda era el motivo por el cual emprendieron el largo viaje hasta Jerusalén. Por eso soportaron fatigas y sacrificios, sin ceder al desaliento y a la tentación de volver atrás (…). También nosotros hemos venido a Colonia porque hemos sentido en el corazón, si bien de forma diversa, la misma pregunta que inducía a los hombres de Oriente a ponerse en camino”, expuso Benedicto ante jóvenes que inmediatamente, atentos a su calma y a los auriculares que traducían, templaron su corazón.

Su mensaje culminó anunciando su visita, minutos después, para venerar las reliquias de los Magos “que decidieron abandonar todo para seguir la estrella que los condujo al Salvador”.

También vosotros, queridos jóvenes, habéis tenido o tendréis ocasión de hacer la misma peregrinación. (…) las reliquias de los santos son huellas de esa presencia invisible pero real que ilumina las tinieblas del mundo, manifestando el reino de los cielos que está dentro de nosotros”.

Con sabiduría y empatía, puesto que él se hacía uno de ellos en el peregrinaje, Benedicto XVI daba por resuelto el sentido del viaje de los miles de periodistas que durante esa semana se habían ido volcando al centro de prensa.

La tarde siguiente el enorme y moderno predio dedicado al centro de prensa ya lucía semi vacío. “¿Qué pasó?”, le preguntó el joven periodista a la experimentada corresponsal. “No fracasó”, le respondió. “Además, parece que hay problemas de vuelta en Gaza. Y un Papa bien acogido hoy no es noticia”, completó.

Ese día, el Papa alemán que se hizo peregrino con los jóvenes detrás de los Reyes Magos, no sería noticia. Tampoco los jóvenes que se habían volcado desde todo el mundo a un peregrinaje que iba más allá de a quién le toque conducir la barca de Pedro.

Lo demostraría la imagen aérea final de la Santa Misa del domingo en el Marienfeld, donde más de un millón de jóvenes arroparon el altar, mientras una considerable mancha blanca confirmó la ausencia de los periodistas en el espacio a ellos destinado.

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