Muchas mujeres africanas se prostituyen por miedo a ser objeto de maleficios. ¿Cómo ayudarlas a salir de esta clase de trata?Durante estos últimos días se vienen sucediendo noticias dentro del territorio español, de desarticulación por parte de la Policía Nacional y los Mossos de Escuadra, de la mafia nigeriana de prostitución y del control operativo de la comunidad nigeriana particularmente en Madrid, Barcelona y las islas Canarias. Las víctimas aseguran que las amenazan con matarlas y torturarlas, y también con rituales vudú en contra de ellas y de sus familias.
“Extorsionan, violan, utilizan ácido para desfigurar a las mujeres que los han rechazado y sirven como sicarios de los políticos“, dice Wole Soyinka, Premio Nobel de Literaura, que fundó la primera Fraternidad de estudiantes del país en 1953, The Pyrates (Los piratas), en la Universidad de Ibadan de Nigeria. El grupo luchó siempre desde la no violencia contra el colonialismo, el etnicismo, las malas políticas universitarias y la explotación sexual de las estudiantes por parte de los profesores, según el politólogo investigador del Kings College de Londres Kialee Nyiayaana.
En un artículo en la revista académica Eras, Nyiayaana explica que las sectas o sociedades secretas se esparcieron por las universidades nigerianas a partir de finales de los 70 y se convirtieron “en una fuerza positiva en la lucha para la modernización social y política”. En los años ochenta, estos grupos “degeneraron hacia organizaciones criminales y violentas”, continúa Nyiayaana. Algunos miembros de los ‘Piratas’ se escindieron y crearon las sectas Supreme Eiye y Bucaneer.
De allí salieron grupos como Black Eye, Vikings y Mafia, entre otros. “El sistema universitario entero se infectó con el virus de la falta de ley, la violencia y la corrupción, que se convirtieron en elementos característicos de la sociedad nigeriana en general desde el golpe de estado militar de 1966“, añade el politólogo, que habla de un “estado en quiebra” que se mantiene hoy en día.
En 2005 el fundador de la primera fraternidad nigeriana, Wole Soyinka, publicó en The Guardian un duro artículo, titulado Un sueño pervertido, contra todo aquello en que se habían convertido este tipo de grupos estudiantiles. Soyinka también hizo un breve documental que se emitió por el Channel 4 británico en el que explicaba que en dos años habían muerto 80 estudiantes en la violencia entre las sectas. Y no se había encarcelado a nadie. Hablaba sin tapujos de la connivencia de estos grupos con la policía y los políticos y de todo tipo de crímenes, incluyendo decapitaciones. Por esto Soyinka afirma que “llamar ‘fraternidades estudiantiles’ a las actuales sectas y organizaciones criminales que esparcen el terror entre las universidades y la sociedad nigeriana es como llamar ‘terapeuta sexual’ a un violador en serie“.
Las víctimas normalmente eran captadas en las zonas más pobres de las principales ciudades de Nigeria, a través de personas de confianza de la organización. En un caso en concreto investigado de una mujer de nacionalidad nigeriana, residente en España, contactaron con la madre de la víctima, ofreciéndola la posibilidad de llevar a su hija a Europa a trabajar para la organización ejerciendo la prostitución.
Según la comunicante, asumía una deuda de 55.000 euros que podría quedar saldada en un año con su trabajo, quedando posteriormente liberada de su compromiso. Una vez aceptadas las condiciones y previamente al comienzo del viaje, miembros de la organización practicaban a las víctimas rituales de vudú destinados a doblegar por completo su voluntad, quedando desde ese momento completamente sometidas a ellos.
Durante los ritos, que se realizan a modo de compromiso o pacto, los tratantes se comprometen a organizar el viaje y financiar los gastos derivados del mismo y las víctimas se comprometen a obedecer a los tratantes, a pagar la deuda económica contraída con los mismos y a no acudir a la policía ni delatarlos, so pena de morir ellas o sus familiares si incumplen lo pactado.
El grado de control logrado por medio de estos rituales es tal, que las madames encargadas de controlar a las mujeres no precisan estar en el mismo lugar que ellas, bastando con una llamada telefónica para que las víctimas obedezcan ciegamente, ejerciendo la prostitución durante largas jornadas y normalmente en la vía pública, estando así expuestas a todo tipo de agresiones, inclemencias, falta de higiene, enfermedades, etc.
¿Qué es el Vudú?
El Vudú es una religión originada en el área cultural de África Occidental (Benin) en tiempos prehistóricos. Se trata de una variante teísta de un sistema animista de creencias, provisto de un fuerte componente mágico. Por su vinculación directa con la cosmología y los sistemas de creencias neolíticos, su estudio resulta de gran interés en el campo de la PaleoantropologÌa. El Vudú se cuenta entre las religiones más antiguas del mundo, a caballo entre el politeísmo y el monoteísmo.
El tráfico de esclavos hacia América produjo un fuerte fenómeno de sincretismo entre esta religión arcaica y las creencias cristianas de los esclavistas, así como con las religiones nativas de los lugares adonde se transportaba a los esclavos. De aquí surgió el Vudú haitiano y un gran número de derivados: la Regla de Ocha o Santería en Cuba, el Candomblé, la Umbanda y Kimbanda en Brasil, etc.
El Vudú es una mezcla de creencias animistas, politeistas y cristianas. La palabra Vudú es una deformación de la palabra vaudoux, aplicada a un dios serpiente con poderes de oráculo, venerado en un frenético baile tribal realizado por los esclavos provenientes del actual Benin. La palabra vaudoux es análoga a “espíritu” en la lengua africana de la que procede. La mayoría de los términos que usa el Vudú son criollos, de la lengua haitiana que combina francés, español y africano.
El Vudú surge de la sincretización de elementos de culto traídos por los esclavos y las creencias básicamente católicas que se les intentó inculcar. Su origen se remonta al siglo XVIII. Su base consiste en la práctica de danzas rítmicas acompañadas de tambores, cantos, etc., que conducen a los prosélitos a un estado de posesión estática. El dios penetra en ellos y los subyuga hasta la postración. Con frecuencia tiene carácter sexual e incluye prácticas de magia Negra y el sacrificio de animales. Por medio del trance el practicante se siente liberado de la opresión social, cultural y religiosa.
¿Cómo son los ritos Vudú?
Los loas, antiguos dioses africanos, ancestros deificados o santos católicos sincretizados según las propias creencias, son los garantes y los controladores del equilibrio del mundo creado por Mawu, el principio cosmogónico. Se encuentran en un punto intermedio entre el Creador, inaccesible y, por tanto, no sensible a los ritos humanos, y los mortales, que dirigen plegarias y hacen sacrificios a los loas para obtener lo que desean y alejar lo que temen.
La mayoría de los ritos del Vudú empiezan con oraciones católicas y algunas variaciones del credo niceno, recitados en francés por el presavant o el “sacerdote del bosque” en criollo. Luego el idioma pasa al criollo, comenzando las danzas extáticas y los tambores a ritmo cada vez más trepidante. El Vudú puede definirse como un conjunto de creencias, ritos y prácticas que presentan aspectos mágicos y que pueden cambiar la vida de los seres humanos.
Según el diccionario de la Real Academia Española es un “cuerpo de creencias y prácticas religiosas que incluyen fetichismo, culto a las serpientes, sacrificios rituales y empleo del trance como medio de comunicación con sus deidades“. Su objetivo es lograr el contacto con un espíritu o deidad para lograr sus favores a cambio de sacrificios como ofrendas de comidas, animales, etc.
Los loas influyen en el mundo terrenal gracias a la acción de un oficiante, conocido por el nombre de houngan, cuya función es, mediante la ayuda de los entes que convoca, conseguir curaciones, información determinada, e influir sobre la naturaleza. Todo ello con fines benignos. La mujer puede ser también houngan si tiene aptitudes y es elegida para ello, pasando a denominarla manbo. Es posible que el houngan tenga nefastas intenciones o que utilice su poder de convocatoria para el mal, entonces se les denomina bokûs.
El Vudú mezcla la magia blanca y la magia negra. La primera, para las peticiones consideradas como positivas, como la protección del hogar, por ejemplo. Y la segunda, en la que se desea hacer daño a algún enemigo. En cuanto a la magia negra los bokûs son personas que poseen un gran conocimiento en preparación y creación de venenos maleficios.
Finalidad del Vudú
La finalidad del Vudú es solucionar los problemas concretos: Para el Vudú la meta principal no es la salvación de las almas, sino encontrar con la ayuda de los loas, la solución inmediata a problemas cotidianos. El Vudú no propone dogmas, ni tiene textos sagrados, lo que quiere es orientar a sus devotos a encontrar un equilibrio entre lo natural y lo sobrenatural, así como entre las fuerzas del bien y del mal en la vida diaria.
Según el Vudú, los loas ayudan a la gente a cambio de ceremonias rituales, ofrendas y sacrificios en su honor. Los compromisos del adepto con el loa son ineludibles, porque de no cumplirlos, se expone a la pena de severos castigos. Entre los distintos ritos, el Rada, en el que predomina el elemento cultural ewé de Dahomey, Guinea y Nigeria, es el más tolerante.
No así el rito Petro donde se canaliza la antigua rabia y sed de venganza del antiguo esclavo. En este rito se llega a bailar convulsivamente fruto del agua ardiente de caña y pólvora. En el rito Rada se degüella a un gallo blanco; en el rito Petro tienen que ser arrojados dos gallos negros vivos al fuego. El rito Candor es la expresión secreta del Vudú, que, según una poción mágica, se basa en un conocimiento superior y particular de las plantas medicinales que los loas revelaron a sus fieles devotos.
El Vudú es una religión bailada
En todos los ritos, el valor sagrado y mágico de la danza tiene siempre un papel de primera línea. Podemos hablar de una auténtica religión bailada, donde el tambor es el rey absoluto, embriagando con su ritmo las ceremonias. Se convierten así casi en loa, a los que se le hacen ofrendas y sacrificios. La clave de toda ceremonia es ser poseído por el loa.
En las ceremonias de Vudú se invoca a los loas para pedirles protección y orientación, o para causar daño por medios mágicos. Los loas se manifiestan poseyendo o “montando” el cuerpo de un celebrante, que se ha preparado para recibir al dios mediante un ritual físicamente agotador, que incluye sacrificios, tambores hipnóticos y danzas desenfrenadas y extáticas. A la persona poseída se la considera la montura del loa, y todo lo que haga se considera obra del dios.
El concepto de los seres humanos como potenciales monturas de los dioses es común a todos los cultos africanos de posesión y forma parte de otras religiones afrocaribeñas, como el candomblé y la santería. Para el devoto del Vudú, es imposible ser humano y dios al mismo tiempo: así pues, para que el loa entre, el “yo” tiene que salir. Los individuos que han sido poseídos despiertan de su trance sin recordar nada de lo que han hecho y dicho.
Muchas veces, la “monta” tiene lugar contra la voluntad del “caballo”, y el cuerpo se retuerce y convulsiona mientras el loa y el propio espíritu pelean por su control. El mismo loa puede montar a la vez a muchas personas. El travieso dios de la muerte y los cementerios, Ghede, es muy popular entre los pobres, a causa de su afición a burlarse de los poderosos en su cara. Como a otros dioses orgiásticos, a Ghede le encanta confundir la sexualidad de sus seguidores, haciendo que los hombres se vistan de mujeres y las mujeres de hombres. Puede poseer tanto a unos como a otras.
Ghede es también el dios fálico del erotismo, y su conducta oscila entre las indirectas sugestivas y la agresión sexual descarada. La libertad que se adquiere al ser poseído por Ghede puede inducir a fingir la posesión. A los sospechosos de fingir se los pone a prueba rociándoles los ojos abiertos con ron y ofreciéndoles ron aderezado con veintiuna especias. A pesar de ser un loa sensual, Ghede, como señor de los muertos, es también insensible, y es el único capaz de resistir semejantes pruebas.
¿Qué son las muñecas Vudú?
Las temibles Wanga o muñecas Vudú, si bien también se utilizan para obtener beneficios, toda sua fama se centra en las wanga con objetivos mortales y maléficos. Dicen las viejas reglas que las wanga más efectivas son aquellas que son fabricadas por el que quiere lanzar el maleficio. Y deben confeccionarse, o al menos parcialmente, con aquellos objetos que conservan las vibraciones de la persona destinada a recibir el maleficio, o sea, objetos personales llevados recientemente por el individuo, como corbata, calcetines, etc., al que se quiere dañar, y que deberán cubrir la parte exterior del wanga. El interior se rellena de paja o algodón mezclado con objetos físicos de la persona, tales como pelos, trozos de uña, etc.
Consideran los adeptos que esto constituye un formidable material vibratorio para los fines perseguidos. Es indispensable el sacrificio de cualquier animal, colocando parte de su sangre fresca en el relleno de la muñeca. La tela exterior, una vez cortada debe ser cosida en todas sus partes, dejando tan sólo una apertura para poderla rellenar como se está· diciendo.
Cuando el relleno se haya realizado, se cerrará también la apertura, utilizando hilo blanco de algodón. A partir de ahí, el adepto ha de concentrarse en la imagen mental de la víctima, repitiendo su nombre lentamente. Es entonces cuando se realiza el clavado de alfileres, agujas o pequeños clavos, en determinadas partes de la figura, que son exactamente nueve: el cráneo, el corazón, las dos articulaciones del hombro, las dos de las rodillas, las dos manos, y el vientre.
Dicen los adeptos que la víctima sentirá dolor en esas partes del cuerpo, independientemente de la distancia que la separe del lugar del maleficio, y que incluso morirá, si alguno de los alfileres atraviesa un punto vital de la muñeca. Otro sistema empleado es el de liar un hilo negro alrededor del cuello de la muñeca vudú, apretando lentamente y que al parecer produce la asfixia de la víctima. También aquí la concentración es un factor de primer orden.
En Haití, las islas del Caribe, Estados Norteamericanos del Sur y Brasil es frecuente ver muñecas atravesadas con alfileres, acompañadas de cruces negras de madera, y ataúdes negros, a la puerta de las casas de los enemigos de quienes han hecho un conjuro.
Los antídotos Vudú
Lévi-Strauss en su Antropología estructural de 1958 estudió la eficacia de la magia y aludiendo a un artículo sobre “la muerte en el Vudú”, explica el hecho en términos psicoculturales y fisiológicos, afirmando: “Un individuo consciente de ser objeto de un maleficio, está íntimamente persuadido, por las más solemnes tradiciones de su grupo, de que se encuentra condenado; parientes y amigos comparten su actitud. A partir de ese momento, la comunidad se retrae: se aleja del maldito, se conduce ante él como si se tratase no sólo ya de un muerto, sino también de una fuente de peligro para todo su entorno”.
Vemos pues, con estas afirmaciones que estas víctimas de la prostitución nigeriana no tienen ante sí un tema policial, por muy importante que sea. Tienen además que realizar una liberación interior de acuerdo con sus creencias, y una fuerte voluntad para enfrentarse a su ámbito comunitario. Deberíamos pensar también en estos aspectos para poder ayudar en verdad a estas personas.