La visita del Papa puede contribuir a romper esquemas y prejuiciosLa agenda del papa Francisco en México está clara: en la capital del país se reúne con autoridades civiles y religiosas; en la Basílica de Guadalupe y en Ecatepec con parroquianos y agentes pastorales; en el sureste con indígenas y personas en situación de pobreza; en Morelia con jóvenes y miembros vida consagrada; en Ciudad Juárez con migrantes y víctimas de la violencia. Eso es lo que dicen los espacios, los lugares mediáticos y simbólicos sobre cada evento.
Tal pareciera que todos los aspectos de la vida del país y de la Iglesia mexicana tienen su espacio y su dimensión casi exclusiva. El encuentro con familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa se aleja en la posibilidad porque no acude a Chilpancingo; el encuentro con enfermos sólo puede ocurrir dentro de las paredes del Hospital Federico Gómez; el principal mensaje a los políticos será el que ofrezca desde el Palacio Nacional. Pero este razonamiento tiene corta mirada por dos variables: primera, el papa Francisco se caracteriza por desorientar expectativas y, segunda, porque la Iglesia en México no es como solemos pensarla.
En el estudio Dolor de la Tierra Dolor de los Pobres que realizó Cáritas Mexicana en 2012 se analizó por fronteras geográficas diocesanas la realidad socioeconómica de las entonces 92 circunscripciones eclesiásticas. Los resultados destruyeron varios mitos que tenemos sobre los espacios y las dimensiones de la Iglesia en México.
Para este viaje, Francisco visita a diócesis mayúsculas, todas tienen más de un millón y medio de habitantes (la ciudad de México con casi nueve millones). Y, aunque parezca mentira, la diócesis de San Cristóbal de las Casas es más populosa que Ecatepec, el símbolo de la hiperpoblación.
También es cierto que en Chiapas, Francisco se encontrará con el mundo indígena; pero la ciudad de México y Morelia tienen más indígenas que aquella región del sureste. Hay más personas en condición de pobreza en la capital de la República y más de ellas padecen carencias alimentarias. El número personas sin acceso a la alimentación en la Arquidiócesis de México es ligeramente mayor de la población total de Ciudad Juárez. Incluso hay cuatro diócesis del Estado de México con peores índices de acceso a la alimentación que cualquier diócesis del estado de Chiapas, la peor es Atlacomulco, bastión de la herencia política del presidente de la República.
México tiene 5 millones 656 mil personas con al menos una carencia social; Morelia, 2 millones 204 mil; San Cristóbal de las Casas, 2 millones 120 mil; y Tuxtla Gutiérrez, un millón 362 mil. El gran problema para San Cristóbal de las Casas es que esos dos millones de personas representan casi el 97% de su población total. Las dos diócesis chiapanecas que visita el Papa tienen el primer y tercer lugar a nivel nacional de población con ingresos bajo la línea de bienestar mínimo.
Con estos datos es predecible que el Papa realice gestos y ofrezca palabras aparentemente fuera del contexto esperado pero responderán a un principio que él tiene muy claro y que plasmó en Evangelii Gaudium: la realidad es más importante que la idea.