Cada criatura es una lección para el ser humano, y el burro no lo es menosBien es cierto que los animales no hablan, pero es posible que Dios nos hable a través de ellos: “Sed cautos como las serpientes y sencillos como las palomas”, nos dice el Creador en los Evangelios.
Cada criatura es una lección para el ser humano. Y, si las contemplamos y las conocemos, poco a poco, podemos sacar más de una buena conclusión de los animales. En el caso del burro, no iba a ser menos… pues es uno de los más inspiradores, hasta para los más místicos.
Ediciones Palabra ha publicado Historia de un burro. En las enseñanzas de san Josemaría, un libro opúsculo que consigue almacenar todo lo que aprendió Hugo de Azevedo, el autor, de Escrivá de Balaguer. Él mismo se preguntó, antes de empezar el relato: “¿cómo escribir sobre el jumento sin robar el encanto, el buen humor y la elevación con que de este animal (el burro) nos hablaba san Josemaría?”.
La figura del burro fue tema de meditación para Escrivá en muchas ocasiones y así ha quedado reflejado en sus escritos. Quizá, el punto más conocido es el 998 de Camino: “¡Bendita perseverancia la del borrico de noria! —Siempre al mismo paso. Siempre las mismas vueltas. —Un día y otro: todos iguales. Sin eso, no habría madurez en los frutos, ni lozanía en el huerto, ni tendría aromas el jardín. Lleva este pensamiento a tu vida interior”. Implacable, como era siempre.
Hugo de Azevedo, que conoció y convivió con este santo, reúne en Historia de un burro estos pensamientos junto con algunas consideraciones personales sobre la vida cristiana, la santidad, el servicio a los demás, el trabajo, etc. ¿Por qué no había de glosar De Azevedo también esa figura que tanto quiso san Josemaría?
El autor, portugués, es doctor en Derecho Civil Comparado por la Pontificia Universidad Lateranense, en Roma. Es, además, sacerdote desde 1955, vive en Lisboa, y es autor también de Misión cumplida, Palabra 2014, 5ª edición.
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