Francisco comunicará un mensaje que como tal no se ha escuchado en estas tierras de parte de un Obispo de RomaDesde 1979, en promedio, cada poco más de seis años el Obispo de Roma visita México. Este dato, de entrada, me hace pensar dos cosas. Primero, la atracción que tiene la Virgen en su advocación de Guadalupe para la Iglesia universal. Una Madre sencilla, que literalmente habla el lenguaje del pueblo.
En segundo lugar, la esperanza que los Papas, quienes están enterados de la realidad de las iglesias de todo el mundo, ponen en la fe de un país como el nuestro.
Juan Pablo II pisó esta tierra en 1979, 1990, 1993, 1999 y 2002; Benedicto XVI en 2012. Si bien son muchas las problemáticas de México como para que en cada visita se toquen temas nuevos, cabe la pregunta: esta séptima visita de un Papa a México, ¿no será más de lo mismo?
Los cambios políticos, económicos y sociales, ¿son suficientes como para percibir una séptima visita como fresca, más allá de la renovación de fe que producen estos eventos?
Echando un vistazo al panorama eclesial, tanto a nivel mundial como particularmente en nuestro país, lo que me aparece más relevante es la firme postura del Papa para poner a los pobres y marginados en el centro de la vida de la Iglesia.
Esto va en línea de los viajes anteriores. Ya Juan Pablo II había visitado Chiapas y canonizado a Juan Diego. Hoy Francisco, si habla con políticos, es en favor de los que no tienen voz; si habla con empresarios, es en favor de los que son acallados; si habla con el pueblo, es en favor de “los últimos” para el mismo pueblo.
Hoy Francisco visitará una Iglesia más madura que ha sabido reconocer sus conformismos, y que está dispuesta a superar ese aún presente cinismo burgués que poco tiene que ver con Jesucristo. Ahí es donde el Papa hará palanca para impulsar la conversión. Qué oportuna la visita en tiempo cuaresmal.
¿Más de lo mismo? No lo creo. Más allá de la renovación de fe del pueblo que es sumamente importante, Francisco comunicará un mensaje que como tal no se ha escuchado en estas tierras de parte de un Obispo de Roma. Un mensaje que, al mismo tiempo, se remonta hasta Jesucristo.
No me deja de sorprender la fuerza transformadora de Francisco. Hoy, en la página de internet de los obispos de Lationamérica, en su portada se lee: «Bienvenidos y Bienvenidas a este espacio de comunicación para la comunión y el servicio de las Conferencias Episcopales, donde compartiremos nuestro caminar pastoral para ser la “Iglesia en salida, pobre para los pobres”».
Ahora falta que despierte el gigante dormido: los laicos de Latinoamérica.