Esta vez, María “ataca” Turquía, donde ya actuó hace siglos como “puente de paz” entre islámicos y cristianosNuestra Señora no es un juego. Sin mucho alarde, ella continúa con su estilo de madre para proponer paz y concordia a los hijos peleones que se enfrentan por el mundo, en especial a los que, además de pelear, todavía alegan que pelean “en nombre de Dios”…
Esta vez, Nuestra Señora “ataca” en Turquía. El país de mayoría islámica pretende ser sede en 2017 del Encuentro Internacional de Turismo Religioso y Peregrinaciones, en los alrededores del lugar arqueológico de la antigua ciudad de Éfeso.
La prefectura de Selcuk propuso levantar en la región un monumento emblemático orientado a incentivar el turismo religioso.
Y no se trata de ninguna nueva mezquita para concursar en grandiosidad con las de Estambul de los tiempos de Solimán, el Magnífico. Se trata de una estatua de María. Y no será una estatua cualquiera. Los turcos quieren construir nada menos que la estatua más alta de María del mundo.
Nuestra Señora fue crucial hace siglos como “puente de paz” entre musulmanes y cristianos.
En la misma planicie de las ruinas de Éfeso donde deberá erigirse la nueva estatua, ya es punto de peregrinación desde 1891 la “casa de María”, el lugar en que ella habría vivido después de la resurrección de Jesús, cuando la tradición sostiene que ella fue llevada de Jerusalén por san Juan, el discípulo amado que Jesús le confió como hijo.
La “casa de María” fue descubierta a final del siglo XIX gracias a las revelaciones místicas transmitidas a Ana Catalina Emmerich.