Hubo una época en la que la Iglesia era tomada como protagonista positiva de las películasA lo largo de la historia de los Oscars, numerosas películas nominadas y ganadoras han presentado a la Iglesia como protagonista, tanto ensalzando algunas de sus figuras, reales o ficticias, como también reflejando oscuros y tristes episodios, como la nominada para la noche de hoy Spotlight.
En el polo opuesto a esta última, testimonio de una época donde la comunicación de valores era casi inseparable del cine, se encuentra Going My Way (1944), de Leo McCarey, ganadora de ocho premios Oscar, incluyendo mejor película. Un film, como se lo promocionó en la época, “para un mundo que necesitaba ser levantado por una historia maravillosa como esta”.
Bing Crosby, premiado por la Academia por esta actuación, interpreta al padre Chuck O’Malley, un joven sacerdote que arriba a una de las parroquias más duras de Nueva York. La tensión de la película es la relación del padre Chuck con el padre Fitzgibonn, anciano cura que lo recibe en la iglesia, interpretado por el también ganador del Oscar por este papel Barry Fitzgerald. Curiosamente, Fitzgerald fue nominado ese año como mejor actor y como mejor actor de reparto, por el mismo papel, siendo esta segunda categoría la que le permitió llevarse a casa el premio.
El Padre Chuck tiene un estilo distinto al padre Fitzgibonn; es atleta y cercano a los más jóvenes, con los que arma un coro y juega el baseball. La tensión generacional es obvia, y molesta al anciano, pero el espíritu del padre Chuck termina por revitalizar el templo.
Tan exitosa fue la historia del padre Chuck que mereció una secuela, y fue llevada años después a la televisión bajo el formato de serie, encarnado por otro emblemático actor, Gene Kelly
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Going My Way fue la primera película profundamente cristiana de McCarey, responsable además de la Las Campanas de Santa María, por la que volvió a convocar a Crosby para el papel del padre Chuck, y para el rol de la hermana María Benedicta interpretado por Ingrid Bergman.