Cada día, lamentablemente, las crónicas reportan malas noticias: homicidios, incidentes, catástrofes… también el Evangelio habla de hechos trágicos que sucedieron en aquel tiempo.
De ello habló el papa Francisco al rezar el Ángelus el 28 de febrero de 2016, citando el Evangelio de Lucas (13,1-5).
"Jesús conoce la mentalidad supersticiosa de sus oyentes y sabe que ellos interpretan este tipo de acontecimientos de modo equivocado", explicó Francisco.
Las tragedias no son un castigo de Dios
"Jesús rechaza claramente esta visión, porque Dios no permite las tragedias para castigar las culpas, y afirma que aquellas pobres víctimas no eran peores de los otros", prosiguió Francisco.
"Más bien, Él invita a sacar de estos hechos dolorosos una enseñanza que se refiere a todos, porque todos somos pecadores".
Una invitación a reflexionar
"De hecho, dice a aquellos que le habían interpelado: «Si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera»".
"También hoy, frente a ciertas desgracias y a eventos dolorosos, podemos tener la tentación de “descargar” la responsabilidad en las víctimas o incluso en Dios mismo", constató el Papa.
¿No damos frutos? Podemos cambiar
"Jesús, al contrario, nos invita a cambiar el corazón, a hacer una radical inversión en el camino de nuestra vida, abandonando los compromisos con el mal – y esto lo hacemos todos, ¿eh?, los compromisos con el mal –, las hipocresías", constató.
"Lamentablemente, cada uno de nosotros se asemeja mucho a un árbol que, por años, ha dado múltiples pruebas de su esterilidad", añadió Francisco.
Tiempo de arrepentimiento y de salvación
"Un “año” de gracia: el tiempo del ministerio de Cristo, el tiempo de la Iglesia antes de su regreso glorioso, el tiempo de nuestra vida, marcado por un cierto número de Cuaresmas, que se nos ofrecen como ocasiones de arrepentimiento y de salvación. Un tiempo de un “año jubilar de la misericordia”.
"¡No es jamás demasiado tarde para convertirse, jamás! Hasta el último momento: la paciencia de Dios nos espera", aseguró Francisco.
"Recuerden aquella pequeña historia de santa Teresa del Niño Jesús, cuando rezaba por aquel hombre condenado a muerte, un criminal, que no quería recibir la consolación de la Iglesia, rechazaba al sacerdote, no quería: quería morir así", invitó.
Paciencia y misericordia
"Jamás es tarde para convertirnos, pero ¡es urgente, es ahora! Comencemos hoy", exhortó Francisco.