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Todo trabajo es sagrado si se hace desde el corazón

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Esther Núñez Balbín - publicado el 02/03/16
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Dos jóvenes limpiabotas conmueven en las redes sociales y reciben beca para estudiar en la universidad“No hay trabajo malo, todo trabajo es sagrado. Trabajo lustrando zapatos. Pero por más simple que sea el trabajo que realizo, cuando uno lo hace de corazón, sirviendo a los demás, ¡Dios nos mira y luego nos otorga otro trabajo”, cuenta entre lágrimas Mario Cúmez, junto a su hermano Carlos, a Soy 502.com (espacio informativo de Guatemala), durante una entrevista.

Su esfuerzo fue premiado con una beca para culminar sus estudios en una universidad privada.

Los hermanos no salían de su asombro: “Jamás imaginamos que esta historia se conocería en todo el mundo. Es el milagro que esperábamos para continuar con nuestro sueño de ser profesionales….”, afirman ellos.

Mario y su hermano Carlos, con su lustrabotas al hombro, recorrían la zona 14 por los alrededores de un hospital cuando se toparon con Olga Santisteban y su madre Silvia de Santiesteban.

“Ellas me pidieron lustrarles las botas. Accedí y luego de escuchar mi historia, lo compartieron en las redes sociales”.

Entonces el milagro sucedió, cuenta a Aleteia Mario Cúmez, quien ahora estudia la especialidad de enfermería y Gestión de Salud en la Universidad privada Panamericana.

Lustrar zapatos los llevó a la universidad

Malos tratos, agravios, gritos, discriminación. Era lo que a diario soportaban los hermanos Cúmez al intentar limpiar los zapatos de quienes decían llamarse sus clientes.

Aun así, supieron mantenerse firmes, y continuar en este trabajo. La pesadilla era ya insoportable, cuenta Mario, “algunos jóvenes compañeros de estudio siempre tenían una mirada despectiva para nosotros”.

Todo terminó cuando fuimos localizados por el Secretario General de esta casa de estudios Adolfo Noguera, quien nos contactó y nos dio la noticia, narra Mario sorprendido.

“Esa mañana salí de mi habitación dispuesto a conseguir unas monedas, lustrando botas para ir a la universidad y así fue, pero además recibí la gran noticia; lágrimas brotaban de mis ojos y mi agradecimiento era para Dios”. La universidad le había otorgado una beca integral.

Viajaron de Quiche a la capital. Luego de que su papá y hermanos dejaron de costearles los estudios decidieron trabajar y poner en práctica lo que alguna vez les enseñó su padre: reparar zapatos.

Valiéndose siempre de buenas frases y motivadores pensamientos, cada obstáculo para ellos se convertía en una oportunidad.

Un camino de fe que da frutos

Con su madre enferma no habría mejor carrera que la de enfermería. Su hermano Carlos, quien siguió los pasos de Mario, no sale de su asombro.

“Para mí es una gran bendición, siempre he tenido en mente trabajar y estudiar todos los días. Agradezco a mis padres por la formación que nos dieron, mi hermano y yo nunca dejamos de agradecer a Dios por cada logro”.

“A quien llama a la puerta, la puerta se le abrirá”, se repetía así mismo en todo momento Mario, quien logró motivar a su hermano Carlos para el estudio. En este camino que les tocó vivir, la esperanza fue siempre su mejor compañera.

 

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