Menos a sus millones de seguidores…El Papa Francisco fue irónico, enfático, totalmente claro en el vuelo de regreso de México a Roma: “cristiano es el que construye puentes y no es cristiano el que construye muros”. Ergo: Donald Trump –candidato triunfador por el lado republicano del súper martes en Estados Unidos—“no es cristiano”.
Parecido a Hitler
Trump, hay que recordarlo, tiene una idea fija en contra de los mexicanos, sean inmigrantes o no: que se van a ir de Estados Unidos si él llega a la Casa Blanca (solamente Hillary Clinton, al parecer, lo podría impedir).
Y tras irse, exigirá que el gobierno de México pague una valla de 3.200 kilómetros y 20 millones de dólares, para que nunca vuelvan a regresar.
Sus exabruptos han motivado que los dos ex presidentes de México del Partido Acción Nacional (PAN), Vicente Fox y Felipe Calderón, lo hayan tildado de “loco” y de impresentable. Fox, incluso, acaba de comparar su discurso con el del mismísimo Adolf Hitler.
Los periódicos de todo el mundo pasaron del desgano al estupor tras el arrasador triunfo de Trump en el súper martes estadounidense.
El Handelsblatt alemán, por ejemplo, escribió en su editorial del jueves 3 de marzo: “La candidatura de Trump ha dado paso a la locura. Lo impensable puede suceder. Una broma de mal gusto se está haciendo realidad”. Y remató: “Ahora hay que hablar seriamente de lo que parecía grotesco”.
Y es que la posibilidad de ver a Trump al frente del país más poderoso del planeta ha quedado clarísima tras el ejercicio previo a las nominaciones en el que republicanos y demócratas definen sus candidaturas de cara al próximo 7 de noviembre, cuando elijan al sucesor de Obama. Hillary significa la continuidad de Obama y de Bill Clinton. ¿Trump? De nadie.
Amenazas externas e internas
Una carta enviada a los medios por 70 republicanos especialistas en política exterior de Estados Unidos, y publicada en el blog War on the rocks, advirtió que si Trump llega a la presidencia, el país será “menos seguro” y que sus dichos (quizá mejor sería anotar, su ignorancia supina) reducirían “nuestra posición en el mundo”.
Pero no solamente eso: su visión de cómo se debería usar el poder en contra de sus detractores (como hizo, por ejemplo, con el periodista mexicano Jorge Ramos) “representa una seria amenaza sobre la libertad civil en Estados Unidos.”
Los políticos republicanos, incluso, están planteando formas de dinamitar su campaña. Esta semana se coló la posibilidad de introducir a un “tercero” que le haga sombra (y con el cual Trump ha peleado duramente): Mitt Romney, el que fuera candidato de ese partido a las presidenciales de 2012.
¿Lo pararán? Saben muy bien que si lo hacen, se arriesgan a otros ocho años fuera del Salón Oval de la Casa Blanca. Y están los arraigados sentimientos “patrióticos”, anti inmigrantes y, en ocasiones abiertamente racistas de los millones que apoyan a Trump. Son la gasolina en la hoguera.
La baza de la que se alimenta uno que fue presentado, al principio, como “una broma de mal gusto”.