Fade lleva recluido desde el 15 de marzo de 2015 en el aeropuerto internacional de Estambul, pide ayuda “a quien sea” Los lectores asiduos de Aleteia han podido conocer la historia de Fadi, este cristiano sirio recluido en el aeropuerto internacional de Estambul. Como muchos sirios, huyó de su ciudad natal de Homs para refugiarse en el Líbano. Este país, invadido por los exiliados del conflicto sirio, no ofrece ninguna perspectiva: ni trabajo, ni alojamiento … Fadi hizo una demanda ante las Naciones Unidas para obtener un visado en Occidente, pero no lo obtuvo.
Después de dos años de espera, se puso en contacto con un traficante, que le prometió documentos para permitirle entrar en Europa, pasando por Malasia. Los papeles falsos de Fadi le valieron una estancia en las prisiones malayas, antes de ser expulsado a Turquía, que le rehúsa el estatus de refugiado.
“Respiro aire acondicionado desde hace un año”
En su llamamiento, en un video conversación con Wael Salibi, de la edición en árabe de Aleteia, Fadi refleja las penosas condiciones en las que se encuentra. Son más de treinta en una sala prevista para diez personas, y con un inodoro, el único lugar que le da un poco de privacidad. Durante su encierro, se le confinó con extremistas, incluyendo un fanático procedente de Uzbekistán, que desean unirse al Daesh en Siria.
“Este decidió comenzar la yihad conmigo, y me pidió que me convirtiera en musulmán. Cuando me negué, me golpeó”. Fadi presentó una denuncia ante la policía turca, que le respondió: “Haremos un seguimiento, no podemos hacer nada más”. Actualmente, el único lugar para poder caminar se reduce al pasillo de la terminal.
Incluso volver al Líbano es imposible
“Atrapado en el aeropuerto, la única alternativa que se me ha propuesto hasta la fecha es enviarme a Siria a través de la frontera entre Turquía y Siria. Esta se encuentra bajo control de los yihadistas , ¡que me capturarían en seguida”! Él pidió poder regresar al Líbano, a falta de mejor opción, pero incluso esta “vuelta a cero” le ha sido denegada por las autoridades turcas, que le consideran cómplice del traficante.
“Pido ayuda a quien sea”
“He intentado dar a conocer mi situación a varias organizaciones, a las Naciones Unidas, pero no ha servido de nada. Pido la ayuda de cualquiera que pudiera sacarme de aquí”. Concluye con la esperanza de que el Gobierno turco tomará nota de su situación grotesca: “Si él no sabe lo que nos pasa, es un desastre, y si lo sabe, verá que no soy el único pidiéndole que nos saque de aquí”.