En una carta, el Obispo de Roma alerta contra el clericalismo en América Latina e invita a los sacerdotes a “mirar, proteger, acompañar, sostener y servir”“Los laicos son parte del Santo Pueblo fiel de Dios y por lo tanto, los protagonistas de la Iglesia y del mundo; a los que nosotros estamos llamados a servir y no de los cuales tenemos que servirnos”, expresó el Papa Francisco en una carta dirigida al cardenal Marc Ouellet, presidente de la Comisión Pontificia para América Latina.
El texto fue enviado el pasado 19 de marzo y forma parte de una extensa reflexión de Francisco sobre el papel de los laicos en la vida pública de los países del continente.
La idea de la misiva surgió tras la audiencia que tuvo lugar en el Vaticano con los participantes de la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina el 4 de marzo.
En ese sentido, la reflexión del Papa también hace referencia al rol de los sacerdotes con respecto al “Pueblo de Dios” y a la invitación “a mirar, proteger, acompañar, sostener y servir”.
“Mirar al Pueblo de Dios, es recordar que todos ingresamos a la Iglesia como laicos. El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo”, expresó Francisco.
“A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizados laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar”, prosigue.
El clericalismo
En otro pasaje de su misiva Francisco también menciona el tema del clericalismo, considerado por él como “una de las deformaciones más fuertes que América Latina tiene que enfrentar”.
“El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como “mandaderos”, coarta las distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías necesarias para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político”, afirma Francisco.
La pastoral popular
Francisco hace una mención especial a la “pastoral popular”, a la que considera como un “fenómeno que se ha producido en América Latina” y uno de los “pocos espacios donde el Pueblo de Dios fue soberano de la influencia del clericalismo”.
No obstante, a pesar de considerarla un espacio de “encuentro”, el Papa también reconoce, citando la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI, que esta pastoral “tiene ciertamente sus límites”.
“Confiemos en nuestro Pueblo, en su memoria y en su “olfato”, confiemos que el Espíritu Santo actúa en y con ellos, y que este Espíritu no es solo “propiedad” de la jerarquía eclesial”, agrega.
¿Laicos trabajando en la vida pública?
Francisco intenta responder a esta interrogante durante su reflexión. “Significa buscar la manera de poder alentar, acompañar y estimular todo los intentos, esfuerzos que ya hoy se hacen por mantener viva la esperanza y la fe en un mundo lleno de contradicciones especialmente para los más pobres, especialmente con los más pobres”.
Esto requiere, según Francisco, del compromiso de los sacerdotes de “abrir puertas, trabajar con los laicos, soñar con ellos, reflexionar y especialmente rezar con ellos”.
“Debemos reconocer que el laico por su propia realidad, por su propia identidad, por estar inmerso en el corazón de la vida social, pública y política, por estar en medio de nuevas formas culturales que se gestan continuamente tiene exigencias de nuevas formas de organización y de celebración de la fe”, señala el Papa.
“Nuestro rol, nuestra alegría, la alegría del pastor está precisamente en ayudar y estimular, al igual que hicieron muchos antes que nosotros, sean las madres, las abuelas, los padres los verdaderos protagonistas de la historia”, concluyó Francisco, quien recordó que durante su viaje a México le encomendó a la Virgen de Guadalupe que “no dejara de sostener” la fe del pueblo latinoamericano.