Reinventar a la famosa soberana con perfiles postmodernos sacrificando al personaje a las modas de hoyBajo la alargada sombra de Greta Garbo, que encarnó a esta Reina en la famosa película de Ruben Mamoulian (1933), Mika Kaurismäki -hermano del famoso cineasta Aki- trata de reinterpretar la vida de esta enigmática reina. Y lo hace de la forma menos aconsejable: desde categorías posmodernas.
La película arranca en el momento en que muere el Rey de Suecia en 1632, y antes de cumplir los seis años, Cristina se convierte en Reina, bajo la regencia del canciller Oxenstierna. Tras una elipsis, el film nos sitúa en su mayoría de edad en 1644 y la vamos a acompañar hasta su abdicación en 1954. En esa década ocurren cosas muy importantes para Europa, tanto desde el punto de vista político como religioso, y en ellas tuvo su papel la luterana Reina Cristina.
Pero Kaurismaki y el guionista Michel Marc Bouchard prefieren indagar en los aspectos menos documentados del personaje y ofrecer una imagen de la soberana más acorde con las modas ideológicas del presente. Su amor por las artes y las letras se convierte aquí en una afición por los libros prohibidos y heterodoxos; su escasa inclinación al matrimonio- murió virgen- aquí se presenta como un apasionado lesbianismo y enamoramiento de su prima Ebba Sparre; su relación intelectual con Descartes aquí se dibuja como una influencia perniciosa y liberal; y por fin, su heroica decisión de abdicar y convertirse al catolicismo se muestra como el fruto de una mente desequilibrada y enfermiza por la pasión homosexual frustrada.
Aunque muchas de las cosas en las que se basa el guión son ciertas, no lo es la interpretación extemporánea y anacrónica que se les da. Detalles que en su contexto histórico tenían sentido preciso nada extravagante, Michel Marc Bouchard las convierte en gestos revolucionarios o subversivos. Al final lo que queda es una imagen del poder entreverado de religión y moral, que asfixian las ansias de libertad de una mujer adelantada a su tiempo.
Desde el punto de vista estético la película es brillante, con una adecuada dirección de actores -excelente Malin Buska- e interesante dirección de fotografía. Pero eso no basta para hacer grande una película.