“Vamos a encontrar la catástrofe mas grande después de la segunda guerra mundial”, había advertido el Pontífice antes de llegar a la Isla griegaEL VIDEO ES DE ROME REPORTS
#PApaFrancisco saluda a los #refugiados. Le reciben con aplausos: https://t.co/jN0xoiyzei ¿Cómo estáis? les pregunta pic.twitter.com/fDVfRzcCvz
— Aleteia (@AleteiaES) April 16, 2016
Llanto, lamentos, desesperación y sonrisas infantiles arcoíris en medio de la tempestad humanitaria en el campamento de refugiado de Mòria en Grecia. Ése el escenario, de la visita del Papa Francisco en medio a los 3 mil solicitantes de asilo, en la Isla griega de Lesbos.
“Libertad, libertad, libertad”, es la voz que se alzaba. En las barreras le saludaron cerca de 150 menores de edad, que residen en el centro. Se trata de chicos que perdieron sus padres y familiares en la guerra.
Ya Francisco lo había advertido esta mañana a los periodistas durante el vuelo a Lesbos: “Vamos a encontrar la catástrofe mas grande después de la segunda guerra mundial”, dijo remarcando el estado de ánimo de este día.
Un abrazo de pastor abierto. Antes de la llegada del Papa, las abuelas de Lesbos habían declarado a la prensa italiana: “Es una señal de esperanza que un pastor cristiano venga a consolar a prófugos musulmanes”.
El Obispo de Roma, acompañado por el Patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa Bartolomé, y el arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia Ieronymos, se entretuvo por varios instantes con los ‘prófugos del yazidismo kurdo, brutalmente perseguidos por el ISIS (el califato islámico) en Irak.
“Tu eres misericordioso”, le decían algunos infantes. El Patriarca entregó caramelos a los chicos. Los refugiados entregaron cartas y mensajes al Papa. A la interprete dijo que se llevará uno de los dibujos de los niños para pegarlo en su oficina. Anunció que lo mostrará en la rueda de prensa.
Sucesivamente, se trasladó a la zona dedicada al registro de personas, y llegó a una tienda en la que saludó personalmente a unos 250 solicitantes de asilo.
Ha dado la mano a cada persona que encontró. Las personas le contaban rápidamente de donde venían, varios de nacionalidad siria y afgana.
‘Gracias Señor, gracias Jesucristo’, gritó un joven prófugo cristiano pakistaní que arrodillado lloraba emocionado, mientras el Papa le bendecía y le ponía sus manos en la cabeza.
Los prófugos contaban al Papa que estaban en un limbo y varios esperaban volver a abrazar a sus seres queridos en patria, y ya otros explicaban que sus familiares se encontraban en Canadá o en distintos países en el corazón de la UE.
La sonrisa del Papa no era la misma de siempre, se ensombrecía a ratos. Las mujeres del campamento le contaban sus historias, las madres lloraban el luto de un hijo ahogado en el mar Egeo, otras la impotencia de no ver más a sus esposos. Una niña se arrodilló para llorar a sus pies. El Papa enseguida le levantó del suelo y le bendijo.
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