“Esto podría ser mi sentencia de muerte”Una noticia asombrosa del periódico de Reino Unido Catholic Herald:
Según el sitio web austriaco Kurier, 83 adultos fueron aprobados para su bautismo en Viena en 2016, de los cuales Friederike Dostal, de la conferencia episcopal austriaca, estima que cerca de la mitad eran musulmanes, la mayoría provenientes de Siria, Afganistán e Irán. Esta cifra aumentó desde un tercio en 2015.
La historia en Kurier nos habla de un refugiado preparándose para la conversión:
Gafas de sol oscuras cubren sus ojos, no quiere revelar su nombre, pues teme por su familia. “Puedes llamarme Christoph, es mi nombre cristiano”.
Christoph es un anciano refugiado de Afganistán que lleva viviendo en Austria desde 2012. A finales de este año, será un católico bautizado en una iglesia de Viena: “Esto podría ser mi sentencia de muerte”.
Es difícil conocer a personas como Christoph. La Iglesia católica está muy preocupada por la seguridad de los candidatos al bautismo, dadas las repetidas manifestaciones de amenazas en Austria, informa el periódico.
Muchos están inquietos por los miembros de su familia que aún permanecen en sus países de origen. Pasan casi dos meses hasta que aparece un catecúmeno dispuesto a hablar con un periodista.
Ahora Christoph está sentado en una pequeña sala de reuniones de la archidiócesis, detrás de St. Stephen. De su cuello cuelga una cruz beige enganchada a un cordón de cuero, y delante de él hay una Biblia verde.
En un inglés fluido, este afgano de pelo oscuro nos habla de su fe y de su huida hacia Austria. “Un amigo me trajo desde Pakistán con la Biblia. La leo en secreto y sólo dentro de casa. Pero la leo todos los días”.
Sobre el papel, en Afganistán hay libertad religiosa desde 2004. Pero hay informes de cristianos que han sido encarcelados, condenados o linchados. “Aquel que se convierte, es asesinado”, asevera Christoph.