El testimonio silente de un conflicto político puebla la campiña de la isla
Fue Thomas Cromwell quien, a través de dos resoluciones del Parlamento (una en 1536 y otra en 1539), traspasó la propiedad de abadías, iglesias, monasterios y otras posesiones de la iglesia católica en Inglaterra a manos de la corona inglesa: incontables manuscritos, bibliotecas, obras de arte, granjas y edificios fueron tomados por el gobierno, o bien destruidos, clausurados o repartidos entre los aliados políticos de Enrique VIII.
¿Pero por qué Enrique VIII apuntó directamente a los monasterios? De acuerdo a la historiadora Stephanie Mann –en una entrevista con el portal ChurchMilitant-, básicamente por dos razones: dinero y poder.
Confiscar y expropiar la tierra y edificaciones de los monasterios le concedería a Enrique VIII un ingreso extraordinario sin necesidad de recurrir a medidas impopulares, como el aumento de los impuestos. Por otra parte, eliminaría la influencia del Papado romano sobre la corona inglesa, dándole prácticamente absoluta libertad de acción.
El norte inglés, en particular, no recibió la medida con aplausos, y se rebeló en contra de la corona –el célebre “Peregrinaje de la Gracia”-. Considerando que los monasterios eran la fuente principal de su sustento –ofrecían trabajo y caridad a las comunidades circundantes-, no podía ser de otra forma.
La corona respondió con violencia, apresando y encadenando a los líderes de la revuelta.
Hoy, el paisaje inglés deja ver las ruinas de las que en algún momento fueron las grandes abadías de la Inglaterra Católica, testimonios de lo que en algún momento fue la piedra fundacional de más de un Renacimiento.