InGalera procura devolver la dignidad a la población carcelaria
Para conseguir empleo en este restaurante, bien sea como camarero, lavaplatos o ayudante de cocina, hay que satisfacer un requisito indispensable: ser uno de los 1.100 detenidos que cumplen condena en la prisión de Bollate, la cárcel modelo de Milán, donde, desde octubre del año pasado, funciona InGalera, “el restaurante de la cárcel con más estrellas en Italia”, como reza su eslogan promocional.
Ivan Manzo, el chef del restaurant, junto a Silvia Polleri, la presidenta de la cooperativa que regenta el proyecto, explican las razones que motivaron la apertura de InGalera: “nuestro deseo es que (los convictos) vuelvan a la sociedad con la dignidad de quien respeta las reglas. Las recaídas en el delito disminuyen cuando la cárcel favorece ocasiones de formación profesional y ocupación de trabajo verdadero”.
En efecto, los empleados de InGalera ganan entre 800 y 1.000 euros mensuales con los que, de acuerdo a sus propios testimonios, no sólo mejoran sus condiciones de vida en las celdas, sino que además pueden ayudar a sus familias, e incluso pagar los pasajes para que vayan a visitarlos.
El restaurant tiene, además, otro valor adicional: no sólo permite a los convictos tener un trabajo digno que los capacita para conseguir empleo al reinsertarse a la vida social, amén de tener contacto diario con los comensales que visitan la cárcel, sino que a la vez permite a quienes van a comer a InGalera superar los prejuicios con los que usualmente se acercan a la población carcelaria, sumándose al proyecto social que sustenta esta iniciativa.