Con la frontera con Turquía cerrada los refugiados están a merced de la violencia y de la guerraSeis de la tarde en Al Camuna, cerca de la frontera entre Siria y Turquía. Un ataque aéreo produce un bombardeo en el campo de refugiados y se cobra la vida de una decena de muertos. Aún no se conocen cifras oficiales sobre las víctimas o los daños pero ya comienzan a llegar las imágenes que muestran el brutal ataque.
Tampoco se conoce al culpable. En las imágenes que van llegando unos gritan “rusos, rusos”, otros hablan de que Al Nusra (filial de Al Qaeda en Siria) tiene una importante presencia en la zona.
El hecho es que ya son más de 30 los fallecidos y las heridas de gravedad podrían hacer aumentar el número de víctimas mortales.
La Casa Blanca ya ha condenado el ataque mostrando que no hay ningún motivo justificado para perpetrar una ofensiva contra civiles inocentes.
Su portavoz Josh Earnest explicó que es pronto para afirmar que sea obra del gobierno de Asad y añadió que en la zona no operan aviones de Estados Unidos ni de los países que forman parte de la coalición internacional contra el Estado Islámico.
Tras una efímera tregua (27 de febrero), las hostilidades han vuelto a sucederse en Alepo y este último ataque, en este caso al centro mismo de los refugiados vuelve a colocar las negociaciones de paz en “punto muerto”.
El miedo podría propiciar la huida de los miles de sirios que se encuentran en esa zona de la frontera con Turquía y añadiría más problemas a la gran presión migratoria de los refugiados.
Turquía ha cerrado las fronteras y los refugiados podrían terminar en tierra de nadie.
Ya el domingo, el papa Francisco ponía el grito en el cielo por la situación que se vive en la zona destacando que la espiral de violencia está agravando la “ya desesperada situación humanitaria en el país, particularmente en la ciudad de Alepo”.
En su mensaje instó a todas las partes en conflicto a “respetar el cese de las hostilidades y mejorar el diálogo, el único camino que conduce a la paz”.