Ubicado en la plaza central de la “ciudad vieja”, es el reloj astronómico más antiguo del mundo aún operativo
El reloj astronómico de Praga fue instalado en 1410. Es el tercero más antiguo del mundo, pero el único aún en funcionamiento. Y si bien sorprende por lo delicada y minuciosa de su hechura, y por la excepcional belleza de sus acabados, aún más sorprendentes son las historias que de él se oyen, dignas de un cuento de Perrault o de los Hermanos Grimm.
El reloj se ha atribuido a un viejo maestro relojero de nombre Mikulas. Su reputación como artesano era inmejorable, y los representantes de muchas otras ciudades se habían acercado a él para contratarle, con miras a que construyese relojes como el que estaba por terminar en Praga, para ellos también adornar sus plazas. Se cuenta que los Concejales de Praga supieron de esto y que, para evitar que Mikulas construyese un reloj más bello para alguien más, le atacaron, dejándole ciego, para que no pudiese trabajar nunca más. En retaliación, Mikulas habría dañado el reloj, sin que nadie pudiese repararlo por más de cien años.
El relojero que, finalmente, logró poner en funcionamiento el reloj astronómico de Praga, fue Jan Taborsky, en 1552, pero la maquinaria, de todos modos, necesitó sucesivos ajustes en los años subsiguientes. A mediados del siglo XVII fueron añadidas las figuras de los apóstoles que lo flanquean, y a mediados del XIX, la del gallo de oro que le corona.