Créelo: ninguno de ellos puede faltar en tu día a díaCuando volví de viaje de la India, me traje conmigo una frase que decía: “Después de que nos pique una cobra, tenemos cuidado hasta con una cuerda”. Ese proverbio me viene a la cabeza siempre cuando pienso en la ”amistad”. Creo que todo el mundo consigue recordar algún caso en que fue herido psicológicamente por alguien próximo, personal o profesionalmente.
Eso naturalmente puede volverte más desconfiado respecto a las amistades en general. Pero tengo la certeza de que si lo intentas, también recordarás alguna ocasión en la que heriste a alguien o le entristeciste. En cualquier caso, tener amigos siempre supone correr riesgos.
Pero a pesar de que no sea fácil mantener un círculo de amistades sano, es un punto crucial en la construcción de una vida significativa y resiliente, y es de gran importancia cuando estamos pasando por alguna fase difícil.
Yo lo he notado con frecuencia en los últimos 30 años de mi carrera como terapeuta, mentor, consultor y supervisor de profesionales que ofrecen algún tipo de ayuda. Médicos, enfermeros, educadores, asistentes sociales, consejeros, psicólogos, psiquiatras necesitan aprender a ser más resilientes, no sólo por su propio bien, sino también para poder ayudar a quien lo necesita.
En conferencias, sesiones individuales, sesiones de grupo y consultas, uno de los temas más importantes que abordo es la amistad. La cuestión general que siempre surge: “Yo sé que necesito de una red personal sólida, pero ¿podría ofrecer una orientación más específica sobre qué relaciones son más importantes para que yo tenga un sentido de resiliencia sano, principalmente cuando estoy pasando por periodos difíciles, sea personal o profesionalmente?
Consideré esa cuestión a lo largo de los años y concluí que necesitamos cuatro tipos de amigos en nuestras vidas.
1. El profeta
Esa persona nos hace darnos cuenta quién controla nuestras vidas, y que nadie está libre de sufrir influencias del pasado, o influencias actuales que pueden llevarnos a un camino u otro. El profeta nos deja esta pregunta: ¿A quién estamos escuchando para sentir, actuar o comportarnos de determinada forma? Para saber responder necesitamos mirar nuestras vidas con claridad: no hay escapatoria para esa cuestión.
2. El animador
Es ese amigo solidario, que siempre nos calma con su voz al teléfono cuando estamos desesperados. Además de ser un óptimo compañero, el animador es complementario al profeta, necesitamos de ambos. Si sólo tuviésemos amigos profetas quedaríamos agotados, por otro lado, si sólo tuviésemos amigos animadores, no creceríamos bien, pues no seríamos estimulados para ver las cosas de otra manera.
3. El payaso
Esa persona tiene un gran sentido del humor y nos ayuda en la recuperación de perspectivas, principalmente cuando estamos llevando la vida muy en serio. Eso generalmente ocurre cuando estamos enfrentando algún desafío familiar, en el trabajo, o en algún otro campo de nuestras vidas. Cuando no conseguimos reírnos de nosotros mismos, corremos el riesgo de volvernos demasiado rígidos a los cambios. Eso puede ser um problema para los que conviven con nosotros, debido nuestra falta de flexibilidad.
4. El inspirador
Esa persona nos impulsa a lograr nuestro pleno potencial, a ser todo lo que podemos ser sin sentir vergüenza de ello. Tendríamos una vida muy monótona sin ese amigo que nos llama a ir más lejos, a seguir adelante.
Revisar nuestra lista de amistades buscando a esas personas es importante, así encontraremos cuales de ellas nos impulsan a seguir adelante, nos traen nuevas perspectivas y nos motivan. La amistad puede no ser lo más fácil de lidiar, pero llenar nuestra red personal con las personas que nos pueden hacer mejores es algo que vale la pena.
Fuente: PsychologyToday traducido y adaptado por Psiconlinews/Raquel Lopes