En la Misión del Nombre de Dios, quizá la primera de Estados Unidos, se levanta el santuario de una antiquísima devoción
El pueblo de San Agustín, al noreste de la Florida, se precia de ser el más antiguo de Estados Unidos. Cuando menos es, sin duda, el asentamiento europeo en suelo estadounidense ocupado ininterrumpidamente por más tiempo desde su fundación.
Así, no es de extrañar que, en la Misión del Nombre de Dios se encuentre el primer santuario de la historia norteamericana dedicado a Nuestra Señora. Pero, además, dedicado a una devoción antiquísima, que data del siglo IV, y que se originó en Tierra Santa: la de Nuestra Señora de la Leche.
Una gruta ubicada al este de la Iglesia de la Natividad, en Belén, es conocida como “la Gruta de la Leche”. La tradición narra que, durante la huida a Egipto, la Sagrada Familia se detuvo aquí. Mientras la Virgen amamantaba al niño Dios, una gota de leche cayó al suelo, y la roca sobre la que cayó se blanqueó por completo inmediatamente.
Hoy día, la Gruta de la Leche de Belén es visitada por mujeres, tanto cristianas como musulmanas, para pedir la intercesión de la Virgen para una sana crianza de sus hijos. Esta devoción se esparció en Europa, especialmente después de que los Cruzados volvieron de Tierra Santa. La esposa de un noble, que estuvo a punto de morir dando a luz, se salvó milagrosamente, y atribuyó su salvación a Nuestra Señora de la Leche.
En el momento de la fundación de San Agustín, la devoción era ya popular entre los españoles que habían llegado a la Florida en 1565.
Los peregrinos que visitan el Santuario de Nuestra Señora de La Leche, en la Misión del Nombre de Dios, pueden apreciar el altar en el que, el 8 de septiembre de 1565, se celebró la primera Misa en territorio estadounidense.