El film plantea cuestiones como si el fin justifica los medios o si una compensación económica puede resarcir una herida moralLima, en la actualidad. Harvy Magallanes (Damián Alcázar) es el chofer y asistente del retirado coronel Avelino Rivero (Federico Luppi), que estuvo destinado en Ayacucho en la época de la guerra contra Sendero Luminoso, donde Magallanes servía como soldado. Cuando no atiende al coronel, Magallanes hace de taxista. Un día se le sube al taxi una mujer, Celina (Magaly Solier), a la que Magallanes reconoce de los tiempos de Ayacucho, veinticinco años atrás. Este encuentro fortuito desencadena los secretos de un oscuro pasado que clama redención.
El actor veterano Salvador del Solar debuta como director y guionista en este largometraje peruano, a partir del relato La pasajera, de Alonso Cueto, y cuenta con la coproducción de Argentina y España. La película es un drama moral con apariencia de thriller, a la vez que un canto a la dignidad del ser humano, cuya humillación no se sana con dinero.
A pesar de la sordidez de la historia, Magallanes habla de la conciencia moral, del arrepentimiento y de la desmemoria culpable. Por encima del trasfondo histórico, no se trata de un film principalmente político sino una reflexión sobre si el “pasar página” es respuesta suficiente ante las tropelías infligidas bajo el paraguas de una coyuntura política y bélica.
El brillante guión lleva a primer plano la libertad y la responsabilidad personales, con nombres y apellidos. Pero también el film plantea cuestiones como si el fin justifica los medios o si una compensación económica puede resarcir una herida moral. Ciertamente el perdón en este film es sustituido por el olvido, pero se pone de manifiesto que ante determinados hechos el perdón es algo de otro mundo, imposible para el hombre.
Magallanes hace gala de un guion que engarza con maestría el suspense del puro thriller, muy bien llevado, con la evolución interior de los personajes, y con la hondura de los sentimientos. No faltan los pasajes oscuros y las secuencias violentas, que sin embargo no eclipsan la fuerza de la historia, una historia muy bien apuntalada por unas interpretaciones veraces e inmediatas.
Destaca en ese sentido la capacidad del mexicano Damián Alcázar de trasmitir emociones con su mirada y la fuerza contenida de la peruana Magaly Soler, de la que recordaremos su papel en Amador, de Fernando León de Aranoa. El actor argentino Federico Luppi está brillante en el papel de un anciano con demencia.
Esta película peruana, tras obtener el Premio Cine en Construcción en el Festival de San Sebastián, fue nominada al Goya a la mejor película iberoamericana. También ha obtenido el Colón de Oro, el Colón de Plata al Mejor Guión y el Colón de Plata a la Mejor Actriz en el Festival de Huelva. Por último se ha hecho con el Premio Especial del Jurado de la Sección Ópera Prima en el Festival de la Habana.