16 familias centroamericanas han sido arrestadasDe forma callada, no como la primera semana de este 2016, continúan las “redadas” en contra de familias centroamericanas que, supuestamente, ya no tienen recursos de asilo y entraron a Estados Unidos a partir de 2014. Las últimas dos semanas, al menos 16 familias centroamericanas han sido arrestadas en operativos realizados por la Oficina de Inmigración y Fronteras (ICE, por sus siglas en inglés) en ciudades como Houston, Charlotte y Atlanta y en el Estado de Dakota del Norte.
Operación pánico
En este sentido, el presidente de la Comisión para las Migraciones de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos (USCCB) y obispo auxiliar de Seattle, monseñor Eusebio Elizondo, ha expresado una profunda preocupación por los rumores que el ICE actuará fuertemente en contra de madres y niños centroamericanos durante el mes de junio.
“Estas operaciones provocan el pánico en nuestras parroquias” declaró monseñor Elizondo. “Ninguna persona, emigrante o no, debería tener miedo de dejar su casa para ir a la iglesia o a la escuela. Nadie debería temer el ser arrancado de su familia y tener que regresar al peligro”.
En repetidas ocasiones, el prelado, Misionero del Espíritu Santo y de origen mexicano, ha rechazado la separación de las familias que ha traído consigo la política de deportaciones de la Administración del presidente Barack Obama (poco más de dos millones de deportados en sus casi 8 años en la Casa Blanca), recordando que Estados Unidos es una nación construida a base de migraciones.
“Contamos con una larga historia de acogida y ayuda a los pobres, los marginados, los inmigrantes y las personas desfavorecidas”, ha dicho monseñor Elizondo, quien recalca que cada día la Iglesia Católica en los Estados Unidos y todas sus estructuras de servicios sociales, hospitales, escuelas y parroquias, “son testigos de las consecuencias humanas de la separación de las familias, cuando los padres son deportados y separados de sus hijos o de sus cónyuges”.
Métodos disuasorios
La iniciativa de las autoridades de migración estadounidense se ha venido posponiendo a lo largo de estos meses, quizá por cuestiones electorales, pero siempre ha tenido el mismo fin: “disuadir” a las madres y niños centroamericanos para que no hagan el viaje a Estados Unidos y se queden en sus países.
Muchos de ellos salen huyendo del “Triángulo Norte” de América Central no solamente por la pobreza y la falta de oportunidades de una vida digna de sus padres y maridos, sino también por cuestiones ligadas a la violencia y a la presión de las pandillas o maras.
Pero esto no parece ser parte de la política humanitaria de Estados Unidos. De hecho ha presionado a su país vecino, México para que detenga a los centroamericanos que pasan por su territorio y los deporte antes de que lleguen a la frontera. Dicha presión ha acarreado fondos especiales e intimidación política.
Los modos y los excesos
Durante los operativos o “redadas”, agentes federales llegan a las direcciones registradas en sus bases de datos para arrestar principalmente a niños y mujeres que huyeron de sus países (Guatemala, El Salvador y Honduras) y llegaron a Estados Unidos donde solicitaron la protección del gobierno pero perdieron sus casos.
La Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA), California, teme que los operativos se incrementen que violen los derechos de los indocumentados y que a los detenidos les nieguen el debido proceso porque el gobierno aceleró sus casos de deportación.
Generalmente se llevan a cabo en áreas o barrios donde exsite una gran concentración de hispanos y los arrestos incluyen a niños que buscaban refugio en Estados Unidos pero las cortes de inmigración rechazaron sus casos, no obstantes muchos vengan huyendo de la violencia y la pobreza que hay en sus países.
La Unión Americana de Abogados de Inmigración (AILA, por su sigla en inglés) advierte que un alto porcentaje de niños y madres que han llegado al país en busca de asilo se presentaron a las cortes de inmigración sin la compañía de un consejero legal, lo cual los ha hecho sujetos de ser capturados y mandados, de nuevo, a las durísimas condiciones de vida de las cuales acababan de salir.