Saber rezar por “los que no nos quieren”, hará mejor persona a nuestro enemigo y nos hará “más hijos del Padre”. Con esta reflexión el Papa ha concluido la homilía de la Misa celebrada en Santa Marta.
Francisco ha hablado de la cita del Evangelio en la que Jesús exhorta a los discípulos a tender a la perfección de Dios, “que hace salir el sol sobre buenos y malos”.
“Habéis oído lo que se dijo, pero yo ahora os digo”. La Palabra de Dios y dos modos irreconciliables de entenderla: una árida lista de deberes y prohibiciones o la invitación a amar al Padre y a los hermanos con todo el corazón, llegando incluso a rezar por los enemigos.
Ley sin corazón
Es la dialéctica del enfrentamiento entre los doctores de la ley y Jesús, entre la Ley propuesta al pueblo de forma esquemática y la “plenitud” de la misma Ley que Cristo afirma venir a dar cumplimiento.
Papa Francisco afirma sobre esto una convicción expresada en otras ocasiones. Cuando Jesús inicia su predicación, hostigado por sus adversarios, “la explicación de la Ley en ese tiempo, observa, estaba en crisis”.
Un camino de curación
El Papa destaca cómo Jesús “dedica tanto ejemplos” para mostrar los Mandamientos desde una perspectiva nueva.
“No matarás”, afirma, significa también no insultar al hermano y así sucesivamente, destacando que el amor es “más generoso que la letra de la Ley”, en el manto añadido a quien te pide el vestido y en los dos kilómetros hechos con quien te pide que lo acompañes uno”.
“Es un trabajo que no implica solo el mero cumplimiento de la Ley sino la curación del corazón.
En esta explicación que Jesús hace sobre los Mandamientos, en el Evangelio de Mateo sobre todo, hay un camino de curación: una corazón herido por el pecado original, todos nosotros tenemos el corazón herido por el pecado, todos. “¡Sed perfectos como lo es vuestro Padre celestial”. Un camino de curación para ser hijos semejantes al Padre”.
Amad
Y la perfección que Jesús indica es la contenida en la cita de hoy del Evangelio de Mateo: “Habéis entendido que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo’ y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen”.
“Es el último escalón” de este camino, afirma el Papa, el más difícil. Francisco recuerda que de niño pensaba en uno de los grandes dictadores de la época se solía rezar que Dios le guardase un sitio en el infierno. Sin embargo, concluye, Dios pide un examen de conciencia: