Antes de juzgar a los demás hay que mirarse al espejo para ver cómo somos. Es la invitación del papa Francisco en la Misa celebrada el 20 de junio de 2016 en la Casa Santa Marta.
El Papa ha destacado que lo que distingue el juicio de Dios del nuestro no es la omnipotencia sino la misericordia.
El juicio pertenece solo a Dios. Por esto si no queremos ser juzgados tampoco nosotros debemos juzgar a los demás.
Todos nosotros, observó, queremos que en el Día del Juicio “el Señor nos mire con benevolencia, que el Señor se olvide de tantas cosas malas que hemos hecho en la vida”.
Jesús nos llama hipócritas cuando juzgamos a los demás
Por esto, si “tú juzgas continuamente a los demás, advirtió, con la misma medida serás juzgado”. El Señor, prosiguió, nos pide que nos miremos al espejo.
Reza por los demás, en vez de juzgarlos
El Señor, dijo el Papa, se ve “que se enfada un poco en este momento”, nos llama hipócritas cuando nos ponemos en el lugar de Dios”.
Esto, añadió, es lo que la serpiente quería que hicieran Adán y Eva: “Si coméis de este árbol seréis como Él”. Ellos, dijo “querían ponerse en el lugar de Dios”.
En nuestro juicio falta la misericordia, solo Dios puede juzgar
Cuando juzgamos, dijo de nuevo, “nos ponemos en el lugar de Dios”, pero “nuestro juicio es pobre,”, no puede ser un verdadero juicio.
¿Por qué nuestro juicio no puede ser como el de Dios? ¿Porque Dios es omnipotente y nosotros no? No, es la respuesta de Francisco, “porque a nuestro juicio le falta la misericordia. Y cuando Dios juzga, juzga con misericordia”.