“Me convertí en las piernas de mi hijo”: Un viaje poco convencional en el sur de FranciaHugo es un chico de 7 años con una sonrisa arrebatadora. Su padre David trabaja mucho y, como quería pasar un tiempo especial con su hijo discapacitado, afectado de la enfermedad de Little (un tipo de parálisis cerebral infantil) desde su nacimiento, decidieron hacer corriendo el trayecto de Perpiñán a Lourdes.
Al día siguiente de la magnífica aventura que acaba de vivir con su hijo Hugo, David Ludtke confiesa “tener el corazón un poco pesimista”.
Cerca ya de los 41 años, el funcionario temía más alguna consecuencia física que psicológica, después de los 300 kilómetros recorridos en la ruta empujando a su hijo de 7 años, incapacitado motor cerebral, camino de Lourdes.
Pero no ha sido impedimento para que David y su hijo Hugo se regalaran una aventura poco convencional surcando el sur de Francia.
Decimos que se la regalaron porque este periplo venía con forma de regalo anticipado por el cumpleaños de David y Hugo, ambos nacidos un 23 de agosto.
Debido a las horas intempestivas de su trabajo, David lamentaba no poder pasar más tiempo con sus gemelos, Hugo y Loïc.
“Me marcho temprano y a menudo vuelvo tarde, cuando ya están acostados“, explica el padre.
Un día, David, no contento con la situación, decidió hacer algo al respecto y preparó las bases de este viaje.
“Tenía ganas de hacer vivir a Hugo experiencias que no podría tener por sí solo. Así que, durante varios días, me convertí en las piernas de mi hijo”.
“¡Hugo tienen una fortaleza increíble!”
Una vez equiparon la silla de ruedas de Hugo con unas ruedas especiales, David salía regularmente a pasear algunas horas de paseo con su hijo.
Buen deportista, el alsaciano abandonó la bicicleta, su deporte preferido, por la carrera a pie empujando la silla, que había acondicionado para la ocasión.
“Me di cuenta de que disfrutaba mucho más compartiendo esos instantes con él que cuando salía solo con mi bici”, relata este bondadoso padre.
David Ludtke llevaba meses preparando el viaje. Quería poder disfrutar el viaje con seguridad, pero dejando margen también para conocer gente nueva y para la espontaneidad de los encuentros.
“Había decidido no preparar de antemano los lugares donde pasaríamos la noche”, explica. “Estaba seguro de que todo iría bien. Tenía confianza en la bondad de la gente”.
En efecto, esta aceptación del azar de los encuentros les permitió conocer a sus anfitriones en profundidad e incluso pasar dos noches con los bomberos. “¡Un auténtico sueño para Hugo!”, comenta divertido el padre.
Durante la ruta, padre e hijo debieron afrontar unas condiciones climáticas difíciles: el viento, la lluvia, el calor, etc.
“¡Hugo hizo gala de una fortaleza increíble! ¡No todo el mundo es capaz de pasar horas bajo la lluvia y continuar sonriendo!”, afirma con admiración David.
“El hándicap de Hugo me hizo crecer”
Tanto uno como otro aprendieron a conocerse mejor durante las horas que pasaron en el camino.
“Nos dijimos ‘te quiero’, hablamos de nuestros deseos de futuro… Mi hijo, como todas las personas discapacitadas, es un ser excepcional”, expresa David, que reconoce haber necesitado varios meses para aceptar la discapacidad de Hugo.
“Lo cierto es que ahora pienso que su presencia en mi vida no es una casualidad. Me ayuda a crecer cada vez más”, asegura el padre de Hugo.
Su discapacidad empuja también a David a preguntarse sobre el sentido de nuestra existencia.
“Desde el fin de la adolescencia, estoy convencido de que la vida no se reduce a nacer, comer, trabajar y morir. Hay otra cosa”.
De ahí la decisión de poner el fin de su aventura en la ciudad mariana de Lourdes. “Yo ya había estado allí como un simple turista y me conmovieron la belleza y la hermosa energía del lugar, de la basílica”, recuerda David.
El domingo 12 de junio, David y Hugo recorrieron los últimos kilómetros antes de llegar a Lourdes en compañía de la madre de Hugo y de su hermano gemelo Loïc, no discapacitado.
“Me hubiera encantado que nos acompañara en bicicleta, pero me pareció que no era lo bastante seguro”, explica David, que ya está pensando en nuevas aventuras, esta vez con la familia al completo.
Una vez en Lourdes, Hugo y David fueron recibidos por un grupo de personas discapacitadas parte de la Oficina cristiana de personas discapacitadas francobelga (OCH), cumpliendo también con el espíritu de este Jubileo de la Misericordia promovido por el papa Francisco.
Además, Hugo sospecha de que su padre ha querido llegar ese domingo en concreto para que hubiera muchas personas para recibirles.
Los padres de Hugo buscan fondos para mejorar el día a día de su hijo y seguir el tratamiento de nuevas terapias.
Para contactar con ellos, visiten la página de Facebook “La sonrisa de Hugo”.