Acompañó a los soldados portugueses que enfrentaron a las tropas alemanas en la Primera Guerra Mundial en la Batalla de La Lys, en Bélgica
Es 9 de abril de 1918 en las riberas de La Lys, en Ypres, Bélgica. El valle está surcado por trincheras a todo lo ancho y largo, ya 4 años después del comienzo de la Primera Guerra Mundial.
Entre ruinas, disparos y explosiones, un Cristo parcialmente mutilado se mantiene erguido por encima de los escombros. Es el hoy llamado Cristo de las Trincheras, testigo de los horrores de la guerra, pero también de la esperanza.
A este Cristo se encomendaron los soldados portugueses, comandados por Tamagnini de Abreu y Gomes Da Costa, para resistir heroicamente una de las últimas ofensivas del ejército alemán (la llamada “Ofensiva Ludendorff”, u “Ofensiva de Primavera”).
Los soldados portugueses, acompañados por el “Cristo de las Trincheras”, sufrieron lo que ha sido calificado como uno de los mayores desastres militares en la historia de Portugal, pero también hicieron gala de un heroísmo y un arrojo excepcionales.
Así, este Cristo es, en palabras del director del Museo de Fátima, Marco Daniel Duarte, la pieza que “mejor podrá ilustrar la participación de Portugal en la Primera Gran Guerra”
Cuarenta años después, el gobierno portugués solicitó a las autoridades responsables de preservar el Cristo, en Francia, que enviasen la imagen a Portugal.