Chancay, abandonada y contaminada por años, fue recuperada en apenas quince días
Tras estudiar seis años en Japón, y volver a su Perú natal, Marino Morikawa se encontró con que uno de sus destinos vacacionales favoritos, que frecuentó durante su infancia, estaba prácticamente condenado a desaparecer: la laguna de Chancay estaba contaminada, cubierta por “lechuga acuática”, una mala hierba que reduce la biodiversidad de los espacios lacustres y fluviales, formando una masa compacta en la superficie del agua que evita el paso del oxígeno.
Morikawa se internó en el lugar, a pesar de las advertencias de los habitantes de la localidad, que le aseguraban que podía enfermarse con el agua contaminada de la laguna, para instalar una serie de biofiltros de fabricación local, prácticamente artesanales, hechos con materiales que se pueden conseguir en cualquier ferretería, con intenciones de recuperar la calidad del agua del humedal.
Morikawa calculó inicialmente que el proceso tardaría cerca de seis meses, pero tomó sólo quince días, al cabo de los cuales setenta especies de aves y tres de peces volvieron a aparecer en el lugar.
La motivación de Morikawa, de acuerdo a la nota publicada en El Comercio, es sencilla: “me gustaría que lo que yo vi en el pasado, otros lo vuelvan a ver y a sentir”.
Actualmente, el científico está decidido a hacer lo mismo en el río Chira y en el lago Titicaca que, afirma, podría recuperarse en apenas seis meses.