Apenas cuatro meses después del asesinato de Berta CáceresPeriodistas y ambientalistas están en la mira de las bandas criminales y de los grupos de poder en Honduras. Apenas habían pasado cuatro meses del asesinato de la líder ambientalista Berta Cáceres, y otra dirigente de su organización, Lesbia Yaneth Urquía, fue asesinada el día de ayer.
Informes de prensa de Honduras indican que la ecologista tenía 48 años, era madre de tres hijos y dirigente del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh). Fue hallada muerta la tarde del pasado miércoles en Mata Mulas, cerca del botadero municipal de Marcala, La Paz, a 100 kilómetros de Tegucigalpa.
Un machetazo en el cráneo, según las primeras versiones, puso fin a su vida. De acuerdo con las investigaciones, la ambientalista salió de su casa a eso de las 5:00 del martes anterior en su bicicleta, como acostumbraba.
Lesbia era dueña de un mercadito, una casa hotel y apartamentos de alquiler en la zona de La Paz.
La Policía investiga si Lesbia estaba siendo extorsionada por alguna organización criminal, como sucede a menudo en la parte sur de Honduras de donde ella era. O bien, si se trata de un crimen por sus acciones en contra de poderosos intereses económicos.
El crimen se suma a una larga historia de violencia en contra de los defensores del medio ambiente en Honduras.
En este país centroamericano, según la organización Global Witness, han sido asesinados en poco más de una década 114 activistas ambientales. En la mayoría de los casos los homicidios quedaron impunes. Y las pocas veces que se llegó al final del túnel, las conclusiones fueron poco sostenibles.
Al igual que Berta Cáceres, asesinada el pasado 2 de marzo, Lesbia se habría opuesto a la realización proyectos hidráulicos que proliferan en Honduras; algunos de ellos ligados a congresistas y gente del gobierno hondureño actual.