Alarmante informe de un heroico médico estadounidense sobre la situación actual en la capital siriaEcha un vistazo al perfil del Doctor Samer Attar en la página web de la Escuela Feinberg de Medicina de la Universidad Northwestern y verás títulos de artículos que ha publicado en revistas de medicina de la categoría de The American Journal of Orthopedics; The Journal of Bone and Joint Surgery, y The Journal of Surgical Oncology, artículos con nombres como:
Abordaje posterior para revisión de artroplastia total de cadera.
Examen a nivel nacional de prácticas de evaluación del ganglio linfático para sarcoma de tejido blando en adultos.
Conversión de fijación de clavo cefalomedular a artroplastia de cadera: indicaciones y dificultades técnicas.
Y luego está esto: El infierno de los hospitales de campaña en Siria, que fue publicado el mes pasado en The New England Journal of Medicine.
Attar conoce bien el tema, igual que un cirujano ortopédico debe estar familiarizado con los 206 huesos del cuerpo humano. Después de todo, ha estado allí.
NBC News retrató a Attar a la vuelta de un reciente viaje a Alepo, Siria. Se había presentado voluntario para ayudar a los médicos locales de la ciudad asediada y trabajó en un hospital clandestino dirigido por médicos locales.
Attar advirtió de que el cierre por parte del Gobierno de una autopista fundamental conducirá a una enorme pérdida de vidas por inanición.
El régimen de Asad, en un intento de derrotar a los terroristas en algunas partes de Alepo, cercenó el pasado fin de semana Castello Road, la última y principal ruta de abastecimiento a los distritos preservados por la oposición en la ciudad.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, de Estados Unidos) informó de que el Frente Al-Nusra, socio de Al Qaeda en Siria, intentó reabrir la carretera, sin éxito.
Attar contó a la NBC que los habitantes se están quedando sin fruta y carne frescas y que tanto los hospitales como el personal médico en general están agotados.
La ciudad al completo “va a ser bombardeada y va a morir de hambre (…) a no ser que la comunidad internacional actúe”, afirmó el médico.
La Cruz Roja Americana de Chicago y Norte de Illinois rindió tributo recientemente a Attar por su labor en Siria, que describían de la siguiente forma:
Con sólo una mochila con su bata de médico y su cepillo de dientes, el doctor Attar, profesor adjunto de cirugía ortopédica en la Escuela de Medicina de la Northwestern, coge un avión a Turquía y pasa a pie la frontera siria hasta la zona de guerra. Desde allí, un conductor le abre camino entre los puestos de control y los nidos de francotiradores hasta llegar a los hospitales clandestinos.
A través de la Sociedad de Medicina Siria-Americana y de Médicos Sin Fronteras, el doctor Attar, que lleva practicando la medicina desde casi una década, ha realizado varios viajes de misión médica en centros de campaña en Jordania y en hospitales clandestinos en Siria. Estas instalaciones se mantienen en secreto porque los hospitales y los trabajadores sanitarios son objetivos deliberados durante los ataques aéreos.
La crisis humanitaria en Alepo también fue descrita recientemente por dos obispos de la ciudad:
“No sabemos qué puede pasar en cualquier momento. La pasada noche misma no pudimos dormir y esta mañana cayó un proyectil de artillería en la calle de nuestra catedral, causando un muerto y tres heridos”, declaraba el obispo Antoine Audo, S.J., representante de la diócesis caldea de Alepo.
Y mientras los estadounidenses admiraban sus fuegos artificiales del Cuatro de Julio, el arzobispo melquita Jean-Clément Jeanbart escribía una carta donde describía cómo caían los misiles a pocos metros de la iglesia de Saint Dimities y cómo, milagrosamente, no alcanzaron a ninguno de los parroquianos que merodeaban por la zona después de la liturgia del sábado noche.
“Mientras escribo estas palabras, ensordecido por las explosiones de los intensos bombardeos, alzo mis ojos al cielo, pido a Dios que reduzca la duración de esta prolongada prueba que, durante cinco años, no ha cesado de herir a su pueblo”, escribía el arzobispo Jeanbart.
“Están exasperados y ya no saben dónde acudir, dónde encontrar refugio; tristemente, muchos están abandonando el país y se habla de que Alepo perderá a todos sus cristianos”.