Mucha gente “espiritual” tiene sed de algo más…. ¿por qué será eso?Cada vez hay más personas que empiezan a identificarse como “espiritual, pero no religioso”. Siempre he sospechado que esta frase abarca a un grupo muy diverso de personas, algunos más cerca del agnosticismo de lo que querrían admitir, y otros que practican una fe de forma periódica pero que no quieren identificarse demasiado íntimamente con ella.
Circunstancialmente he llegado a creer que la frase “espiritual pero no religioso” la usan pocas veces personas que de veras implementan varias prácticas espirituales en sus vidas.
Pero pienso que las personas que usan esta frase quieren sinceramente ser más espirituales, de ahí que usen la expresión.
La frase transmite simultáneamente una alienación de Dios (presentado como despegado de la mayoría de prácticas espirituales) y un genuino deseo de establecer una relación con Él.
Hace poco leí un estudio interesante realizado hace unos años por una socióloga de religión, Nancy Ammerman, que confirmaba lo dicho. Su investigación constató que la mayoría de las personas que son “espirituales” dependen en gran parte de las tradiciones y prácticas religiosas.
De hecho, descubrió que las personas que eran “más activas en una religión organizada también eran las más comprometidas en las prácticas espirituales y en una visión espiritual del mundo”.
También reveló que “las personas con un sentido más sólido de una presencia sagrada son aquellas que participan en actividades religiosas que facilitan el diálogo y las relaciones”.
En otras palabras, parece ser que lo “espiritual” de “espiritual pero no religioso” depende en realidad, y bastante, de la participación en una tradición religiosa.
Nuestra cultura individualista y relativista nos guía, naturalmente, hacia un deseo gnóstico de separar las prácticas religiosas (cuerpo), asociadas con el dogma y las normas, de la espiritualidad (alma), asociadas con una relación con Dios.
Pero nuestra realidad humana, sencillamente, no permite que esto suceda. Somos tanto alma como cuerpo. Si no usamos nuestro cuerpo en la vida espiritual, nuestra alma sufre.
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Una forma sencilla de explicar esto se encuentra en lo que entendemos secularmente como crear un hábito.
Si queremos estar sanos, no es suficiente con desear estarlo, ni siquiera con desarrollar actitudes psicológicas saludables. La salud requiere tanto del cuerpo como de la mente. Y están interrelacionados.
¿Por qué pensar que la espiritualidad es diferente?
Una persona “espiritual pero no religiosa” se parece mucho a una persona muy madura emocionalmente que está viendo Netflix sin parar, come comida basura, no tiene trabajo y se pasa todo el día en el sofá.
No existen muchas personas así, porque la salud mental y corporal están interrelacionadas, de igual forma que espiritualidad y religión son inseparables.
Así que afrontémoslo, las tradiciones de las religiones establecidas tienen miles de años de experiencia y conocimientos acumulados en el área del crecimiento espiritual.
Sencillamente, no tiene sentido que alguien rechace esa sabiduría si la relación con Dios le parece verdaderamente importante.
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¿Qué diferencia hay entre religioso y espiritual?
Como esto es cierto, creo que ahí fuera hay muchas personas “espirituales pero no religiosas” que están sedientas de más “espiritualidad” pero que en realidad no saben cómo obtenerla. Y la respuesta es fácil: religión.
¿Te criaste en el catolicismo aunque te identificas como “espiritual pero no religioso”?
¿Conoces a alguien que sea “espiritual pero no religioso”?
¿Vas a misa casi regularmente o con normalidad pero buscas algo más?
Pues aquí tienes tres prácticas religiosas que puedes desarrollar para ayudarte en tu vida espiritual:
1. Practica un examen diario
Esta práctica tiene unas raíces ancestrales y lleva practicándose durante siglos por personas que se toman en serio su desarrollo espiritual. Normalmente consta de cinco pasos en los que nos ponemos en presencia de Dios y revisamos nuestro día. Esta oración no es un momento para “fustigarnos”, sino para repasar el día en actitud agradecida y pedir a Dios la gracia de poder hacerlo mejor en las ocasiones que no fuimos espiritualmente maduros. Esta oración nos ayuda a crecer en virtud y desarrollar una actitud de gratitud. Si lo quieres hacer de forma más efectiva, establece una hora fija para la oración y asegúrate de cumplirla todos los días.
2. Da un paseo de Rosario
Muchas personas “espirituales pero no religiosas” encuentran a Dios en la naturaleza, lo cual es totalmente comprensible. Yo me convertí del ateísmo poco después de trabajar diariamente en una granja durante varios meses; no fue una coincidencia. Entonces, una forma de combinar las prácticas religiosas con la naturaleza es rezar, no sólo sentir un arrebato de gratitud y asombro en cualquier momento, sino rezar de forma meditativa mientras se da un paseo o se hace senderismo. El Rosario es una gran revisión de algunos de los acontecimientos básicos en los Evangelios y, desde mi experiencia, caminar al aire libre mientras rezo el Rosario es una de mis formas favoritas de rezar esta antigua oración.
3. Adoración eucarística
Busca una capilla por tu zona. Si no puedes encontrar una capilla, entonces averigua cuándo abre tu iglesia local. Es posible que no creas en la Eucaristía. Es posible que ni siquiera sepas qué es, más allá de un vago recuerdo de la Primera Comunión. Pero pruébalo. Ir a la capilla de adoración eucarística es una forma estupenda de estructurar el tiempo de oración. Comprométete a ir una vez a la semana durante una hora. Toma asiento ante la presencia de Dios. No te agobies mucho sobre lo que deberías estar haciendo o pensando. Simplemente habla con Dios como lo harías con un amigo. Luego, siéntate en silencio y deja que la presencia de Dios te arrope. No luches contra las dudas que puedan borbotar en tu mente. Simplemente deja que se vayan flotando mientras tú permaneces en tu envoltura de silencio.
Es cierto, admitámoslo; soy monja y si tú eres un católico que hace tiempo que no va a misa, espero que te replantees regresar.
Sin embargo, si tu actitud es más bien recelosa, pero sigues queriendo integrar algunas prácticas espirituales en tu vida, este es un buen comienzo; además, no es tan intimidante como volver a misa el domingo y sentarse en la banca de atrás.
Aunque tal vez eso no sea tan mala idea.
Si eres católico y tienes amigos a los que querrías invitar a volver a la Iglesia pero no estás seguro de cómo hacerlo, quizás quieras echar un vistazo a mi libro: The Prodigal You Love: Inviting Loved Ones Back to the Church [El pródigo que amas: invitar a los seres queridos de vuelta a la Iglesia]