El Cardenal de Hong Kong, John Tong Hon, afirma que Beijing y Roma han llegado a un acuerdo a propósito del nombramiento de obispos.
A inicios de este mes de agosto, el Cardenal de Hong Kong, John Tong Hon, publicó un importante artículo, traducido del chino al inglés y al italiano, a propósito de lo que parecían ser una serie de cruciales acercamientos entre Beijing y la Santa Sede. Hoy, el Cardenal afirmó que ambas partes habían logrado llegar a un acuerdo, a propósito del crucial tema de la designación de obispos.
El acuerdo supone que el Papa elegiría, de una lista de candidatos recomendados por los obispos de la iglesia católica en China (tanto aquellos que se conocen oficialmente como aquellos que siguen en la clandestinidad), a quien considerase más adecuado para ocupar el cargo. Se entiende, además, que el Papa se reserva igualmente el derecho de rechazar los candidatos propuestos por esta comitiva. Se trata, de hecho, del mismo modelo que la iglesia usa actualmente en sus relaciones con el gobierno de Vietnam.
El Cardenal Hon ya había señalado, en el texto publicado a inicios de agosto, que si bien tras “el establecimiento de la Nueva China en 1949 (…) la unidad entre la Iglesia Católica en China y la Iglesia universal ha sido más y más difícil”, actualmente la situación estaba cambiando a pasos agigantados.
“Afortunadamente, después de trabajar por muchos años en estos asuntos, la Iglesia Católica ha gradualmente ganado la reconsideración del gobierno chino, que está ahora dispuesto a llegar a un acuerdo con la Santa Sede en el asunto del nombramiento de obispos en la Iglesia Católica en China, y buscar un plan mutuamente aceptable”. Asumiendo el modelo de Hanoi, la diplomacia vaticana ha demostrado ser “diplomacia inteligente”, como lo señala el artículo publicado por el South China Morning Post.
El punto crucial del acuerdo, explica un artículo escrito por Gerard O’Connell para la revista America, era precisamente el nombramiento de los obispos, un “derecho esencial del Pontífice Romano”. Este derecho, explica el documento del Cardenal, no debe ser entendido por Beijing como una intromisión en los asuntos internos de China.
Este acuerdo llega pocos meses después de que un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino habría asegurado que su gobierno estaba haciendo “incesantes esfuerzos” para mejorar sus relaciones con Roma.