La alternativa a la soledad, para vivir en una comunidad y sentirse feliz Quedar solo y no poder compartir con otros la cotidianidad muchas veces puede generar miedo y frustración. El arquitecto chileno Daniel Nassar supo olfatear una tendencia que comenzó hace unos años a través del concepto de co-housing, que consiste en generar viviendas para personas con afinidad y que quieran vivir en comunidad con espacios compartidos y de servicio, aunque sin perder privacidad.
Nassar estudió en la Universidad de Chile y ejerció como docente en el campo de del Diseño Arquitectónico y Construcción.
En el año 1986 viajó a España y desde ese momento siempre estuvo ligado a proyectos de vivienda colectivas. Incluso ha recibido diversos premios gracias a esto.
Es socio fundador de cohousing-LAB, la empresa que se encarga de desarrollar precisamente estas viviendas en régimen colaborativo.
De alguna manera, la propuesta que ahora merece el enfoque de Nassar puede ser considerada una alternativa para las personas que quieren seguir viviendo como en familia o compartir momentos con otros.
Entre el público que encontró mayor demanda se encuentran las personas mayores de 60 años que aún mantienen autonomía, pero que prefieren tener compañía en los últimos años de su vida.
Es por ello que para Nassar su propuesta no solo ayuda a las personas a evitar envejecer en soledad, sino que también representa una alternativa a los tradicionales asilos.
“Las residencias geriátricas o vivir de allegado en casa de los hijos puede ser, muchas veces, una experiencia traumática o reductora del individuo. Varios estudios han demostrado que las viviendas colectivas constituyen un indiscutible factor de mejora global de la calidad de vida”, afirma Nassar en diálogo con La Hora de Chile.
También considera que “existe una creciente conciencia de que el Estado no podrá otorgar a todos las prestaciones y servicios” que precisan las personas mayores.
“Surge la necesidad de organizarse para procurarse aquello que el Estado no podrá” ofrecer, agrega Nassar.
La economía del bien común y compartir
Desde hace algunos años existe esta tendencia de vivienda –que puede ser enmarcada dentro de la economía del bien común que incluye otros servicios como el transporte- denominado co-housing, cuyo modelo nació en Dinamarca y luego se extendió a otros países como Suecia, España, Estados Unidos y Canadá.
“Lo que más admiro personalmente de co-housing es la enorme calidad humana de mis vecinos, su cordialidad, energía y humanidad y, sobre todo, su determinación por conseguir una comunidad en la que todos se sientan lo más felices posible. Es un nuevo concepto de vecindario inteligente y humanizado donde se respetan las diferencias, nos conocemos y nos ayudamos unos a otros con alegría y confianza”, expresa Dolores Rubio a la revista online Biocultura 44 a modo de testimonio de su vida en una vivienda bajo el modelo de cohouising en Estados Unidos.
“Dicen que vivir en una comunidad sana, respetuosa y consciente es un gozo para toda la familia y que ofrece muchas ventajas, sobre todo para los niños que crecen en libertad y jugando, aprendiendo con otros niños durante gran parte del día”, agrega.
Pero este modelo de viviendas también favorece la sostenibilidad en cuanto a que busca racionalizar los recursos entre los integrantes de la comunidad.
El deseo de Nassar es que el modelo de viviendas que tanto estuvo impulsando en los últimos tiempos pueda expandirse y que más gente pueda conocer los beneficios de una interesante alternativa para compartir en definitiva la vida con otros y ser feliz.