Amity Printing, una compañía china a cargo de una ONG cristiana, es el mayor impresor de biblias del mundo
Sus instalaciones ocupan aproximadamente el mismo espacio que ocho campos de fútbol. Utilizan cerca de cien mil toneladas de papel anualmente. Aproximadamente seiscientas personas trabajan en el lugar. Por minuto, entre sesenta y setenta copias de la Biblia son impresas en sus prensas. Producen biblias en 90 idiomas (y en braille, tanto católicas como protestantes) que luego se distribuyen a más de 70 países.
Es Amity Printing, un proyecto de la Fundación Amity, una ONG cristiana asociada con las Sociedades Bíblicas Unidas, el grupo protestante británico.
Paradójicamente, el mayor productor de biblias del mundo opera en un país en donde, hasta hace no demasiado tiempo, la libertad de culto estaba prohibida, y la mayoría de las imprentas se dedicaban a reproducir el Libro Rojo de Mao Tse Tung.
Los ejemplares que produce la compañía se venden, en China, a 32 yuanes. Esto es, un poco menos de 4 euros. De acuerdo a la nota de Javier Espinosa para El Mundo, el precio está “muy por debajo de su coste de producción”, pero la compañía recibe también ayudas y subvenciones de varias asociaciones cristianas, lo que les permite seguir operando.
La fábrica, a pesar de tener prohibido el hacer proselitismo (China es un país oficialmente ateo), tiene un buen número de empleados cristianos, que trabajan sin problemas junto a miembros del Partido Comunista Chino, también empleados en la misma planta.
De hecho, la población cristiana en China ya se acerca a los 60 millones de fieles, compitiendo así en número con budistas y miembros del Partido Comunista, y ello se debe no en poca medida a la difusión de la Biblia en China, a partir de 1979, después de las conversaciones entre Jimmy Carter y Deng Xiaoping.
Como se lee en la nota de Espinosa, según Benoit Vermander, “un jesuita francés que lo mismo ejerce como profesor de religión en la Universidad de Fudan, en Shanghái, que como pintor o analista político, la ‘difusión de la Biblia’ y las sesiones de lectura de este libro han contribuido de forma decisiva al significativo crecimiento del cristianismo en China, junto a la ‘admiración por Occidente’ y los valores de esa fe entendidos como ‘movimiento social de réplica’ al comunismo. ‘Por eso el Estado y muchos intelectuales chinos inciden ahora en el hecho de que China tiene sus propios clásicos’”.
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