Según el presidente del país, lo que se necesita “no es ni la pena de muerte ni más mano dura, sino un corazón más compasivo”Costa Rica ha sido sacudida este fin de semana por el atroz asesinato de un niño de apenas 8 años de edad cuyo nombre de ha convertido ya en una bandera del “derrumbe espiritual y moral” por el que atraviesa la pequeña nación centroamericana: Kendall Martínez.
El pequeño Kendall, vecino de El Edén en Guácimo, fue mutilado en sus genitales y decapitado, presuntamente por un drogadicto de la zona de 23 años (de apellido Campos Mendoza, quien ya fue detenido) que tenía antecedentes por abuso sexual y robo.
Un derrumbe espiritual
Monseñor Ángel San Casimiro, obispo de Alajuela y secretario general de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, indicó que los obispos y sacerdotes de esa región y del país están rezando por la familia del niño.
“La verdad es difícil encontrar una palabra que describa la preocupación por estas situaciones que se están dando en Costa Rica, y digo que es difícil porque no hay un nombre con el cual calificarlo, es muy preocupante esta situación”, dijo monseñor San Casimiro a la prensa de Alajuela.
El prelado costarricense agregó que “se deben analizar a fondo las causas que pudieron ocasionar estos hechos”. Para el obispo de Alajuela esto es muestra “del derrumbe espiritual y moral” que aqueja al país.
“La debilidad en lo que es el vínculo familiar, en lo que es la familia, hace que crezcamos desposeídos de los valores morales, espirituales; entonces, me parece que estas lamentables y condenables situaciones tienen que llevarnos al pensamiento de que es necesario enrumbar el camino que estamos haciendo llevar a Costa Rica”, agregó monseñor San Casimiro.
Para el obispo, “lo que le pasó a esta criatura no tiene nombre, eso solamente puede ser hecho por una persona que efectivamente carece de todos los valores que podamos imaginarnos, que algo, un gran desajuste, hay dentro del interior de esa persona”.
Menos mano dura y más cariño
Aunque la investigación en contra del sospechoso apenas ha iniciado, ya se ha generado la duda sobre si su condena podría disminuirse o ser nula si se llega a comprobar que actuó bajo los efectos de la droga: vecinos de la zona señalan que se trata de un “reconocido drogadicto”, quien suele estar consumiendo distintos tipos de psicotrópicos.
Por otra parte, como un gesto de solidaridad, el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís visitó a la familia de Kendall el pasado lunes. En acto privado, le dio el pésame a la familia Martínez. Al salir, Solís expresó su reacción ante lo ocurrido y pidió solidaridad y respeto ante un hecho que calificó como “injustificado”.
“El domingo me pronuncié en solidaridad con la familia del niño asesinado. Creo que comparto la indignación de una brutalidad injustificada y atroz, es un crimen que no puede quedar impune y he dicho que no puede haber impunidad y que la persona involucrada tiene que hacerse responsable una vez que se haga las investigaciones de ley”, expresó el presidente de Costa Rica.
Tras negar que actos como éste tengan que derivar en la posibilidad de legalizar la pena de muerte, Solís señalo que si bien “no hay ninguna justificación, no hay nada que explique ni justifique un acto de barbarie de este tamaño”, lo que el país necesita no es ni la pena de muerte ni más mano dura, sino “un corazón más compasivo de todos y todas las costarricenses para cuidarnos más y querernos más”.