Con parálisis cerebral, este padre vela desde el cielo por su excepcional familia La familia Kayser está construida en torno a una historia de amor extraordinaria: la enfermedad y el sufrimiento bailando con el amor hasta su sublimación.
Philippe Kayser es un francés vivaracho y con buen sentido del humor. Un perfil aparentemente como cualquier otro, y sin embargo… Hay dos sueños que le guían: el de trabajar y el de formar una familia. Dos sueños aparentemente comunes, y sin embargo…
Desde su primera bocanada de aire, Philippe estuvo destinado a recorrer un camino al margen de las normas. Tiene parálisis cerebral (PC) y va en silla de ruedas. No puede controlar con precisión su elocución ni sus movimientos y su cuerpo debe afrontar constantemente diferentes problemas contra los que no puede hacer nada.
Así pues, Philippe se lanzó desde su mismo nacimiento a un combate por cada instante, aferrándose valerosamente con todo su ser a sus dos aspiraciones, impulsadas por el profundo deseo de adquirir cada vez más autonomía.
Superar la discapacidad: la victoria del amor
Martha, una joven irlandesa de gran corazón, llegó a trabajar a Francia, entabló amistad con Philippe y se enamoró de él. Ambos luchaban de forma paralela dos batallas interiores totalmente distintas. Uno lucha por conservar la esperanza de ver su amor hecho realidad, respetando siempre la libertad de quien ama. La otra se enfrenta a múltiples dudas, al extraño sentimiento que la asalta, pero que sin embargo existe. Es el comienzo de una historia agitada, sembrada de dificultades, pero en la que la naturalidad y el amor saldrán victoriosos.
A pesar de todas las complicaciones sociales, interiores o familiares, al final de un difícil periodo de reflexión y con unas personalidades profundamente enraizadas en la fe católica y en la alegría del Evangelio, Philippe y Martha deciden casarse y fundar una familia. La esperanza de Philippe se ve colmada. Sus cinco hijos crecen alimentados por el palpable y extraordinario amor de sus padres, sin, no obstante, incidir en el carácter único de su familia.
Agnès, la tercera hija, confiesa: “Para ser sincera, no sabría decir cuál es la diferencia entre un padre ‘normal’ y un padre ‘discapacitado’. Papá, con su silla y con sus dificultades de elocución y de movimiento, ha sido para sus cinco hijos un padre bastante normal, y nuestra familia es bastante anodina. Hasta ahora no había tomado conciencia, a través de la perspectiva de los demás, de la particularidad de lo que hemos vivido. Puedo dar justo testimonio de lo que ha hecho mi padre, a través de quien ha sido, y admito que, aunque pueda parecer extraño, no me di cuenta del momento en que comenzó a estar enfermo. Para mí, él siempre ha sido el mismo: se sintiera bien o mal, papá era importante en la casa, una presencia amorosa. ¡Así de sencillo!”.
Conscientes de la singularidad de su historia, Philippe y Martha escribieron juntos un libro como dos pioneros, al que decidieron titular La victoire de l’amour [La victoria del amor].
En su obra testimonian que el amor, armado de una gran libertad, de una voluntad férrea y de una total entrega a Dios, pudo superar el intrincado obstáculo que representaba la discapacidad de Philippe.
“Todo el mundo me preguntaba cómo lo hacía, cómo conseguía vencer las trabas, pero desde que decidí amar, ¡ya no encontré más dificultad! ¡Las memorias de los atolladeros quedan tan lejos que ya apenas los recuerdo! En efecto, hice la misma elección que los otros, yo también escogí amar. Y su persona era tan enriquecedora… Me casé con un hombre excepcional ¡con el que me he reído durante 20 años!”, explica Martha, con un amor que enmudece toda tentación de ver sacrificio amargo alguno de su parte.
Desafiar la muerte: cada vez más amor
El 3 de junio de 2010, Philippe se fue para reunirse con Aquel que unía tan profundamente a la familia Kayser, Aquel que les daba un sentido.
El más vulnerable de la familia, y sin embargo su pilar y fuente de fuerza, ha abandonado la tierra después de haber luchado hasta el último segundo, y su alma vela por la protección de su preciosa familia, sin ninguna duda, desde el Cielo en las alturas.
Cosa rara y sorprendente en los que padecen parálisis cerebral, la discapacidad de Philippe empezó a evolucionar. Comenzó a perder mucha autonomía. “Había empezado a sufrir de verdad, se había convertido en un enfermo grave. Como si una segunda discapacidad viniera a acoplarse sobre la primera, y esta vez, fuera mucho peor”.
Para aquellos que permanecieron a su lado y que afrontaron la enfermedad con todo su amor, este nuevo trance superaba a los precedentes, era más pesado, íntimo y doloroso.
Seis años más tarde, en mayo de 2016, Martha publicó un segundo libro, ayudada por una de sus amigas, pero esta vez como autora única: Toujours plus d’amour [Cada vez más amor].
En él relata con pena, pero con un corazón tranquilo, el valor de su marido a pesar de la patología, el gran dolor que experimentó y, más que nada, la victoria del amor sobre la muerte.
Más que un amor victorioso, se trata de un amor que no ha dejado de crecer, durante todo el debilitamiento físico y a través de la muerte. Un amor que profundizaba a medida que avanzaba el pillaje de la enfermedad.
Agnès recuerda en este libro: “No sé cómo decirlo: existían al mismo tiempo el respeto de su autoridad ¡y un buen humor general! Era padre plenamente, pero al mismo tiempo, no se tomaba en serio la vida cotidiana. Lo que más echo de menos, desde que nos abandonó, es su afecto. No puedo contar el número de veces que durante el día nos decía “te quiero”, “qué guapa eres”, o bien nos miraba con su mirada dulcísima, nos tomaba de la mano con ternura y nos daba un abrazo. A veces me decía que yo era un poco pizpireta, pero de su boca resultaba amable. Cuando volvía del colegio, iba volando directamente a su habitación, me tendía junto a él en la cama — era más práctico para hablar— y allí le contaba con detalle todo mi día, se lo desembuchaba todo. Desde la altura de mis 14 años, ¡yo era sinceramente feliz!”.
El regalo de una mujer, de una esposa y de una madre
Este testimonio no es una autobiografía, sino más bien el regalo de una mujer, de una esposa y de una madre que desea animar a todos aquellos que quizás pudieran creer que los obstáculos de la vida y los combates interiores son insuperables.
“Hay que combatir el sufrimiento con el amor, hay que ser firmes para abrirse a la vida. Y no hablo desde un discurso teórico, he vivido junto a un hombre que lo ha hecho. Y yo misma he sufrido tantísimo después de su muerte… estuve tentada de renegar de la vida”.
Enriquecida por una experiencia que la motiva, Martha busca convencer, desde el corazón, de que nada vale más que el deseo de vivir y de amar: “¡Elegid la vida!”, repite. “Vayamos más lejos en la manera que tenemos de ver a las personas discapacitadas, quizás sus tesoros sean menos evidentes, pero su vida no es menos rica, ¡al contrario!”.
El título del libro viene de una frase de Philippe. Cuando su enfermedad le hacía más y más vulnerable, tanto que no podía hablar, escribió: “¡Cada vez más! Cada vez más sufrimiento, más dolores, más ofrenda, más abandono, más humor, pero por encima de todo, ¡cada vez más amor!”.
Esta frase, el faro que guía a partir de ahora a la familia, es una hermosa síntesis del mensaje que nos entrega Philippe. El humor, la alegría, es uno de sus preciados aliados para hacer frente a la enfermedad. La ofrenda y el abandono son su apoyo espiritual. El sufrimiento, ese mal que despoja pero que engrandece cada vez más. Y por fin, el amor que lo sublima todo.