¿Es posible dar cuando no se tiene?Dejó una pieza de pan en la urna de Juan de Arcas Sánchez, comerciante español que llegó al Perú para santificarse con el nombre de San Juan Macías. Jorge Guzmán, a sus 74 años, quiso dar vida a la imagen del santo español a través de este gesto.
Cuando se terminaba de construir la gruta en la plazuela del atrio de la parroquia que lleva su nombre en la ciudad de Lima, Jorge en forma sigilosa dejó sobre las demás piezas inertes un pan. “Cometí una travesura”, expresó sonriente, el adulto mayor.
“Siempre observé cómo desde muy temprano los devotos traían flores para el santo”, explicó Jorge. “Al dejar el pan en su canasto pensé que la bondad del también conocido como ladrón de almas, podría representarse mejor. Hasta entonces el párroco desconocía lo que hice”, recordó.
“Cuando el pan se partió, hace un año atrás, el mendrugo cayó sobre las demás piezas de yeso”, observó asombrado Jorge. Ni la inclemencia del tiempo o el paso de los años han hecho que aquella pieza de pan sufra alguna alteración química. Han transcurrido ya cuatro años y la pieza del pan se conserva igual.
“Desde entonces me acerqué más a Dios”, confiesa.
¿Cómo interpretar este hecho? El “milagro” está en comprender lo que el santo nos quiere decir.
El pan de la misericordia
Tenía mucho para dar y así lo hizo. Dio, hasta de lo que no tenía. Un canasto y unas gastadas sandalias fue lo que ostentó San Juan Macías a lo largo de su vida. “¿Es posible dar cuando no se tiene?”, se preguntaba Jorge Guzmán.
“Quise colocar una pieza de pan en el canasto de este santo que nos hable de esa capacidad de dar al que no tiene”, expresó para Aleteia.
Para el sacerdote César Valdivia Romero, párroco del templo San Juan Macías, ubicado al costado de la gruta donde yace el pan, “este hecho responde a una gracia sobrenatural que se explica de acuerdo a cómo cada uno vive su fe”.
San Juan Macías recorría los alrededores del convento de Santo Domingo en busca de comida para repartir entre los pobres, siempre tenía en su canasta un pan para saciar el hambre de algún mendigo.
En pleno siglo XXI las obras de caridad que realizaba San Juan Macías no pudieron quedar mejor graficadas. Es como si el pan hablara desde la gruta para compartir con el otro de lo que nos falta. Ese es el milagro.