Cosechas perdidas y ganado muerto por la persistente sequíaEl maíz pintado y las calabazas decoran la entrada principal de los hogares de América del Norte, las escapadas de fin de semana para recoger manzanas, los mercados de productos agrícolas, ya en decadencia, nos recuerdan que América solía ser una sociedad fuertemente agraria. Así pues, aunque la expresión “época de cosecha”, despojada de su sentido más pragmático, puede haberse convertido en un eslogan más que cualquier otra cosa, en otras partes del mundo la frase puede seguir inspirando un auténtico sentido de esperanza… o de gran decepción.
Etiopía es una de esas partes del mundo donde la decepción es constante y la capacidad para mantener la esperanza ha sido puesta a prueba muy seriamente. Este país en el Cuerno de África ha experimentado una terrible sequía desde febrero de 2015. No hubo cosecha a finales del año pasado y probablemente tampoco haya mucho que recolectar este año.
La primavera trajo la lluvia y un cierto alivio, pero en algunos lugares el exceso de lluvia causó graves inundaciones que desplazaron a 190.000 personas.
“La mayoría de los agricultores etíopes dependen de la agricultura de secano. La escasez de lluvia es un desastre para los agricultores”, expresaba Argaw Fantu, director regional en Etiopía para la Asociación Católica para el Bienestar de Oriente Próximo (CNEWA, en sus siglas en inglés).
“Algunas áreas son desfavorecidas por naturaleza, puesto que la lluvia es muy errática [y debido a la] naturaleza rocosa y montañosa de la zona”.
Aunque la situación no es tan extrema como en la década de 1980, cuando unos 400.000 etíopes murieron por inanición, ahora más de 10 millones de personas sufren la amenaza de la malnutrición.
Naciones Unidas calcula que hay 15 millones de personas con una necesidad urgente de asistencia alimentaria a causa de la sequía y que el 33% de la población ya padece los efectos de malnutrición grave, debido al fracaso de la agricultura y a la muerte del ganado, informa la agencia Fides.
Se calcula que entre octubre de 2015 y abril de 2016 murieron unos 450.000 animales, agravando seriamente el abastecimiento de leche, en especial para los niños.
Fantu describió la situación de una familia que visitó en agosto en el norte de Etiopía. Bisrat Tsaadu y su marido tienen ocho hijos, aunque la hija mayor se casó y dejó el hogar.
Bisrat, cuenta Fantu, es una ama de casa de unos 45 años. Su marido rara vez recibe ingresos a través de un programa en la zona de trabajo a cambio de dinero en efectivo. “Criaron algunos animales, pero todos murieron debido a la escasez de alimento para animales. El niño más pequeño, de 4 años, está en un programa de alimentación de emergencia”.
Fantu explicó que Bisrat sentía vergüenza por no poder ofrecer a los visitantes una taza de café, según dicta la costumbre local. Pero a medida que se empezaban a marchar de su casa, ella volvió a entrar y salió con 10 huevos “y nos los ofreció para que nos los lleváramos y los cocináramos en casa”, relató.
La hermana Meaza Gibray, una Hija de la Caridad que acompañó a Fantu en la visita, comentó: “Cuanto menos tienen, más generosos son”.
Desde 2013, antes de que se declarara la sequía y cuando la lluvia empezaba a ser irregular, CNEWA ha estado ayudando a miles de estudiantes de escuelas católicas etíopes con programas de alimentación. “Con este apoyo, el número de casos de fracaso escolar debido al hambre y de casos de abandono se han reducido significativamente”, afirmó Fantu.
La asistencia de CNEWA va dirigida a apoyar a programas de alimentación para los más vulnerables: madres lactantes, ancianos, mujeres embarazadas y niños.