Una de las catacumbas más antiguas de Roma es el hogar del eterno descanso de varios de los personajes más relevantes del cristianismo temprano
San Félix; san Felipe; san Crescenciano; santa Prudenciana; santa Filomena, los Papas Silvestre I, Marcelino, Marcelo I, Siricio, Celestino y Vigilio; santa Prisca y el llamado “grupo de los 365 mártires” están todos allí, en uno de los cementerios romanos paleocristianos más antiguos mundo, en Roma, en la llamada Via Saleria.
Se trata de las conocidas Catacumbas de Priscilla, hogar también de una de las primeras representaciones del Buen Pastor asociadas a la imagen de Jesús, y de la que podría ser la imagen más antigua de la Virgen María de la que se tiene conocimiento.
También conocidas como Depositio Episcoporum (precisamente por ser el lugar en el que se encuentran las tumbas de cuando menos siete Papas) o Depositio Martyrum (por albergar los sepulcros de cientos de mártires), las “Catacumbas de Priscila” reciben su nombre gracias a la tradición romana de otorgar al lugar el nombre de su fundador, o de su benefactor oficial.
Priscila –se lee en una inscripción en la entrada de la catacumba- era una clarissima foemina; esto es, una “ilustrísima mujer”, de lo que se deduce que era miembro de alguna familia romana perteneciente al senado; en particular, se cree que se trata de la familia de un cónsul que, habiéndose convertido al cristianismo, fue condenado a muerte por Domiciano durante los tiempos de la persecución.