Muchas de nuestras heridas no son visibles…Cuando vemos a una persona con una herida en su piel es fácil darse cuenta que necesita ser curado, si vemos a una persona a la que le falta un brazo o que tiene una pierna rota, o con la cabeza llena de vendas, es muy fácil saber que necesita algo. Pero resulta que muchas de las heridas que llevamos en nuestra vida no son visibles, nuestra piel puede estar sana y nuestro cuerpo puede no reflejar ninguna dolencia, parece que todo está bien, y sin embargo muy dentro de nosotros hay cosas que necesitan ser curadas.
Para eso se necesita una luz especial del Señor, para llegar a conocer esas aéreas, porque no son evidentes. ¿Qué sucede cuando los problemas están adentro?
Todos necesitamos sanación interior para poder llevar a cabo nuestra vocación cristiana, que se resume en amar a Dios y amar al prójimo. El amor ha de brotar de las fuentes más profundas de la vida, pero si esas fuentes están sucias o defectuosas, nuestra vida cristiana se va a ver comprometida. Aquí hay ocho razones por la que necesitamos sanación interior.
1. Las heridas de la infancia
Lo tomamos de nuestra historia personal, de nuestra infancia. La infancia debería ser una época maravillosa, un tiempo feliz, de aprender y descubrir a Dios, de compartir con nuestra familia y amigos.
Pero para un número sorprendente personas la infancia no ha sido tan feliz. Dejó un rastro de experiencias dolorosas, y como lo han demostrado muchas veces los psicólogos, el ser humano tiende a reprimir, a sepultar, a tratar de quitarle importancia a esos acontecimientos del pasado.
Lo que hace particularmente incisivo el ataque en la infancia es que uno en ese momento se siente particularmente débil y dependiente. Cuando uno es adulto y alguien te ataca tiene recursos emocionales para defenderse, pero un niño no.
Por eso cuando es despreciado, sufre abusos, es tratado con indiferencia o se le hace sentir que es un estorbo, ese niño recibe un impacto mayor.
Lo peor es que muchas veces el padre o la madre ni siquiera lo nota. Me impacta encontrar gente de quienes abusaron y cuyos padres no lo supieron jamás.
Muchas veces también sucede que las niñas se sienten culpables de que abusen de ellas, porque son bonitas o deseables. Con los niños sucede que siempre se les inculca que deben ser fuertes, que deben ser machos, que debe responder a los maltratos de otros con más violencia.
Otras veces las heridas se tratan de carencias que tenemos en la infancia, sobre todo en las regiones pobres, donde los niños desean cosas que no pueden tener y esas carencias quedan en el fondo del corazón.
Para muchas personas el único “tratamiento” es callarse, se acostumbran a tratar de quitarle importancia pero en lo profundo de sus corazones aún tienen ese dolor.
¿Cuándo salen?
Puede ser cuando la persona tiene sus propios hijos, o cuando tienen una pareja. Por eso necesitamos sanación interior, el camino no puede ser el olvido.
A veces decimos que el tiempo sana muchas cosas, pero otras veces sucede que el tiempo incuba muchas cosas, o el tiempo fermenta muchas cosas. Hay personas que tienen el corazón fermentado y eso no se soluciona con más tiempo.
Necesitamos que una luz especial, una ternura especial nos visite. Mucha gente no recuerda bien lo que sucedió en la infancia, pero igual está allí.
Todos necesitamos sanación, incluso los hombres, a quienes se les ha enseñado que no deben llorar; eso los convierte en un instrumento de dolor, para ellos, para sus esposas y para sus hijos. Llorar y dejar ir el dolor no afecta la masculinidad, es algo necesario para poder sanar. Rompan la cadena y dejen ir el dolor.
2. El enemigo intenta llegar a lo más profundo del corazón
Santa Teresa de Jesús decía que el alma es como un castillo, el castillo interior, y allí hay lugares que son más importantes que otros, uno quiere proteger toda la casa, pero los más importante son los lugares donde estamos con la familia, como la alcoba matrimonial; ese es el lugar del amor y de las confidencias y el lugar donde Dios ha hecho sus maravillas, es el lugar secreto, santo y donde se engendra la vida, donde está la intimidad. Ese lugar central, que es el corazón es donde está el amor.
El enemigo quiere llegar tan profundamente como pueda en tu vida, el enemigo quiere hacer daños tan profundos como pueda, así es el pecado en nuestra vida, quiere afectarnos tan profundamente como pueda.
Si nuestro trono, que es nuestro corazón, lo merece Cristo porque es el lugar más importante de nuestra vida, es allí donde quiere llegar el pecado, arrebatarle el trono a Cristo.
El pecado quiere llegar a lo más profundo de nosotros, para dañarnos y quedarse con el trono. Por eso la sanación tiene que ser más profunda, para que el enemigo no nos atrape en sus garras.
El enemigo no está buscando simplemente que pequemos, sino que nos suceda el pecado que nos deje sin fuerzas para luchar, que nos deprima.
La traición es ese tipo de pecado, cuando alguien nos traiciona nos hiere en lo más profundo, cuando es un amigo eso nos da una sensación de que no podemos confiar en nadie. Eso es lo que quiere Satanás, que alberguemos el pecado, que cambiemos y nos hagamos desconfiados.
Otro ejemplo es el de la gente que tiene una carencia emocional muy grande, que tiene una gran soledad porque eso los hace blancos fáciles para la seducción por parte de otras personas.
3. Repetimos los errores del pasado
Sin sanación interior tropezamos una y otra vez con la misma piedra. Un ejemplo son los hombres que tienen una inseguridad con respecto a su sexualidad, y piensan que la manera de reafirmar que sí “son hombres” es conquistar a muchas mujeres, y al final solo dejan un camino de sufrimientos y de personas lastimadas.
También están las personas que dejan el trabajo porque tienen un “mal ambiente”, y sucede luego que a los seis meses dejan un nuevo empleo por lo mismo, y allí uno se da cuenta que no es el ambiente, es la persona, que probablemente está haciendo algo mal, creando una ambiente incómodo o difícil para los demás, cometiendo los mismos errores
Me llama la atención la complejidad de la mente, uno debe darse cuenta de que cuando uno permite que abusen de él y no deja claro su propia importancia en las relaciones laborales, emocionales o de cualquier tipo, cuando intentas cambiar el rol, cuando intentas darte el lugar que mereces es muy difícil, porque otras personas intentarán manipularte.
4. Lo mejor de nuestro futuro brotará de lo más profundo de nuestro pasado
Nosotros mismos desconocemos lo más profundo de nuestro pasado, no sabemos los maravillosos talentos que Dios nos ha otorgado, no sabemos cuántas cosas maravillosas reposan en lo más profundo de nuestro corazón.
Dentro de nosotros está el potencial para un nuevo mundo, María tendría 15 años cuando vino el Ángel de la anunciación, y ella tenía un potencial maravilloso para algo magnífico.
Nosotros debemos soltar ese potencial que está amarrado en nuestras almas, porque todos tenemos ese potencial, porque somos obras de Dios altísimo, y tenemos algo de Dios en nosotros.
Hay obras maravillosas de Dios que pueden salir a través de nosotros, y muchas veces esas obras y ese potencial se encuentra atado por los miedos, por los pecados, sobre todo en los jóvenes.
Dios quiere hacer cosas maravillosas con nosotros, no es justo que perdamos nuestro potencial por las heridas, los miedos y los pecados.
5. La vida de pareja y de familia supone altos niveles de entrega
¿Cómo entregas lo que no tienes? Una persona que no está sana interiormente es como si fuera un extranjero de su propia vida porque hay zonas de su propia vida que no las maneja, que no le pertenecen, que no las domina.
Cuando la gente no se siente dueño de su vida se vuelve un espectador, sienten que no tienen razón, que no tienen un propósito.
Una de las cosas que viene con la sanación interior es la cohesión interior, que tus anhelos conecten con tus sueños, que tus sueños conecten con tus proyectos, que tus proyectos conecten con tus deseos, que tus deseos conecten con tus palabras y tus realizaciones, y que tus palabras y realizaciones conecten con los hechos que haces cada día.
Esa es una vida integral, con propósito. Pero las personas que están despedazadas por los golpes de la vida están fragmentadas.
6. Una parte importante de la liberación comienza con el perdón
¿Qué es lo más difícil de perdonar? La mayoría de las personas que no perdonan es porque no han sanado, tienen una herida viva y si tienes una herida viva ¿cómo vas a perdonar? Tener esa herida viva significa que sigue doliendo.
Imagínese que está en una pelea de boxeo, que está en el 4º asalto, está herido, botando sangre y su entrenador le dice: “le sugiero que perdone al otro”, y usted sabe que al sonar la campana el otro vendrá a seguir golpeándolo ¿cómo lo va a perdonar?
Perdonar a una persona que me ha herido y que me sigue hiriendo es imposible, por eso tiene que haber sanación primero, para recuperar el orden de la justicia, de la libertad, de la verdad, para situar desde un nuevo ángulo la relación que le estaba haciendo daño, es entonces ahí cuando es posible el perdón, cuando hay sanación.
7. La perfección cristiana está en un amor total
Para amar a Dios con todas nuestras fuerzas necesitamos todo nuestro corazón. Si hay partes de nuestro corazón en llamas, pudriéndose, que aún supuran, esas partes no son testimonios del amor a Dios, no le están sirviendo, no le están cantando a Dios.
San Agustín solía decir: “canta con todo tu ser”. No puedo cantar con todo mi ser a Dios si una parte de mi ser se está quemando. No se puede vivir la vida cristiana sin sanación.
8. La propia vocación requiere sanación
Para cumplir con nuestro trabajo, debemos estar sanos. ¿Por qué? Porque se necesita sentir amor para hacer las cosas bien. Si no sentimos amor por lo que hacemos no vamos a lograr desempeñarnos bien en nuestra labor, y no solo para nuestra labor en el trabajo, sino para nuestros roles de esposos y esposas y de padres y madres. Necesitamos sanación para hacer lo que debemos con amor
Extracto de la charla de ¿Por qué necesitamos sanación interior? de Fray Nelson Medina, OP, transcrita y adaptada por: PildorasdeFe.net