El Evangelio sirve al bien común, no a las agendas políticasA falta de tres semanas para que se lleven a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos (8 de noviembre próximo), el cortejo al voto católico está marcando la pauta tanto de republicanos como, en menor medida, de los demócratas.
Por tal motivo –y para zanjar cualquier malentendido dentro de la Iglesia católica—el pasado 13 de octubre el arzobispo Joseph E. Kurtz de Louisville, Kentucky, presidente de la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos (USCCB), emitió un comunicado en el que invita a los católicos a reflexionar sobre uno de los principios sobre los cuales se fundó la nación americana: la libertad religiosa que garantiza el derecho de las comunidades de fe a preservar la integridad de sus creencias y su adecuado autogobierno.
“Ha habido informes recientes de que algunos pueden haber tratado de interferir en la vida interna de la Iglesia para obtener beneficios políticos a corto plazo. Si es verdad, esto es preocupante tanto para el bienestar de las comunidades de fe como para el bien de nuestro país”, subraya en su comunicado monseñor Kurtz.
El presidente de la USCCB recuerda que en la fe y en la Iglesia, “Cristo nos ha dado un don precioso”, sus enseñanzas que no son un “consenso forjado por las normas contemporáneas”.
Más adelante recuerda que el Evangelio se ofrece para todas las personas de todos los tiempos. “Nos invita a amar al prójimo y vivir en paz unos con otros. Por esta razón, la verdad de Cristo nunca es obsoleta o inaccesible. El Evangelio sirve al bien común, no (sirve a) agendas políticas”, remarca el arzobispo de Kentucky.
Excesos políticos
Desde esta perspectiva, monseñor Kurtz anima a católicos y personas de buena voluntad a que sean “buenos administradores de los derechos preciosos que hemos heredado como ciudadanos de este país”, especialmente, la libertad religiosa.
El presidente de los obispos estadounidenses urgió a los funcionarios públicos a “que respeten los derechos de las personas a vivir su fe sin interferencia del Estado”. Y agrega: “Cuando las comunidades de fe pierden este derecho, la idea misma de lo que significa ser un estadounidense se pierde”.
Y concluye amonestando fuertemente a los dos candidatos a la presidencia de la República, Hillary Clinton y Donald Trump, tanto como a sus equipos de campaña y a los voluntarios que los acompañan en su pretensión de llegar a ocupar la Casa Blanca.
Sin nombrar a nadie, el arzobispo Kurtz pide a los políticos, su personal y los voluntarios, que reflejen en su conducta y en sus proyectos las mejores aspiraciones de los ciudadanos estadounidenses.
Y remata: “El exceso de nuestro discurso político actual ha degradado a las mujeres y ha marginado a las personas de fe. Esto tiene que cambiar (…)(Con) las mejores esperanzas de nuestros padres fundadores, estamos seguros de que podemos hacerlo mejor como nación”.