Al igual que el siglo XX fue una era de incremento del cociente intelectual humano, el siglo XXI puede que sea un periodo de desarrollo de nuestro pensamiento crítico“Todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que [la inteligencia de los negros] es la misma que la nuestra [la de los blancos], mientras todas las pruebas muestran que no es realmente así”. Esta fue la sorprendente declaración que hizo hace unos diez años James Watson, el descubridor de la estructura del ADN.
Pues estaba equivocado, por si alguien lo dudaba
Así lo confirmó la investigación dirigida por el profesor James Flynn de la Universidad de Otago, en Dunedin, Nueva Zelanda. El investigador ha dedicado toda su carrera a estudiar la inteligencia humana. En su estudio descubrió una regularidad, que el mundo de la ciencia denominó en su honor el “efecto Flynn”.
Flynn demostró que desde principios del siglo XX el cociente intelectual en los países occidentales crecía de forma regular, debido a que el desarrollo de la civilización humana enfrentaba a las personas con desafíos cada vez mayores.
Según observó el profesor: “El entorno cada vez más complejo en el que viven los seres humanos hoy en día hace que una persona media resuelva cada vez más problemas. En los países desarrollados, desde el siglo XX, el cociente intelectual se incrementó en tres puntos por década hasta 2002, que fue cuando realicé mi última investigación en esta área”.
El cociente intelectual de nuestros ancestros era mucho menor que el nuestro. El CI de las personas nacidas en 1872 era de 70. Hoy, esta puntuación se sitúa en el límite del retraso mental. Lo cual no quiere decir que por aquel entonces lo fuera.
Las personas que vivieron el siglo XX se centraban principalmente en lo que les resultaba útil, lo que les beneficiaba y lo que les perjudicaba. Usaban la lógica únicamente para solucionar problemas particulares de la vida diaria.
Tal es la situación en los países africanos de hoy día. El profesor Flynn realizó un estudio entre africanos negros de edades entre 4 y 8 años. Resultó que eran igual de inteligentes que los blancos. Aunque su CI con 24 años fuera 16 puntos menor que el de los blancos de su misma edad, esto se debía únicamente a la falta de estímulos en su entorno, a las carencias en el acceso a la educación y a los nuevos desarrollos en la civilización, y no por culpa de unos genes peores.
“La vida diaria no exige a estas personas un pensamiento complejo, de ahí la puntuación menor. Sin embargo, están igualmente predispuestos al mismo desarrollo de la inteligencia que los blancos”, explica el científico neozelandés.
Esto prueba que no deberíamos dar demasiada importancia a las pruebas de CI. Según Flynn, debido al rápido ritmo de desarrollo, los test de cociente intelectual deberían actualizarse cada diez años.
Además, el descubridor del “efecto Flynn” señaló que, más recientemente, la correlación entre los estímulos ofrecidos por el progreso de la raza humana y el incremento del CI de una generación a la siguiente es cada vez menos evidente, puesto que el CI no es el único factor que hay que considerar.
“Toda habilidad cognitiva se desarrolla independientemente de las demás. Hemos observado que el incremento en CI venía acompañado de otra tendencia de desarrollo intelectual, esto es, la influencia sobre nuestras mentes de los nuevos conceptos científicos y filosóficos de realidad. La coexistencia de estas dos tendencias nos permite desarrollar un pensamiento crítico y evaluar la realidad de una forma más adecuada. Por lo tanto, al igual que el siglo XX fue una era de incremento del cociente intelectual humano, el siglo XXI puede que sea un periodo de desarrollo de nuestro pensamiento crítico”.
Monika Florek-Mostowska
Publicista, teóloga, coopera con Radio Warszawa y la Fundación Misionera Palotina Salvatti.pl.
Este texto fue publicado originalmente en la edición polaca de Aleteia