Al norte de Burgos, uno de los templos románicos menos conocidos de toda España, es hogar de más de una leyenda medieval.Los nombres de los poblados y zonas aledañas a la ermita de San Pantaleón de Losa, donde alguna vez se guardó la reliquia de la sangre de San Pantaleón (hoy reservada en el Museo de La Encarnación, en Madrid), están casi todos relacionados con la leyenda del Santro Grial, y con el paso de los Templarios por la zona: el Montsalvat, la Sierra Salvada, mencionada en varios textos asociados a la leyenda del Grial, está al norte; los pueblos de Griales (hoy “Criales”) y Siones están a pocos kilómetros; las laderas de piedra sobre las que se alza la ermita están repletas de incisiones relatando historias, leyendas, tradiciones.
En este artículo publicado en el ABC de España destaca la detallada descripción de las imágenes talladas en la arquivolta de entrada de la ermita: “una cabeza, con un paño cubriéndole la boca y las manos en los oídos, sugiere que hay cosas que no deben conocerse. Ni hablan ni oyen, al igual que los vecinos sobre quién robó la campana vendida como metal, o una imagen desaparecida. Una enorme figura barbuda –única en el románico– parece llevar un saco a la espalda, mientras que por ventanitas asoman cabezas enigmáticas (quizá ermitaños emparedados en vida, algo corriente en el Camino de Santiago)”. Sobre los capiteles, también tallados por el paso del tiempo, encima se han grabado nombres de visitantes a lo largo de los siglos.
El arquitecto que diseñó la ermita, a principios del siglo XIII, deliberadamente incluyó una miríada de símbolos en su decoración. Algunos de ellos están aún por descifrar. Otros, posiblemente, quedarán en el olvido, como la primitiva ermita románica del cercano pueblo de Griales, de la que sólo quedan una ventana y dos puertas, y una primitiva cripta a unos cuantos metros bajo tierra.