La vida menos conocida del genial arquitectoTodo el mundo conoce la Sagrada Familia y las grandes obras de Gaudí. Es valorado, envidiado y ensalzado por su perfección geométrica, por sus formas orgánicas y por su gran originalidad.
Pero poco conocen su vida personal, su dimensión menos conocida, su ferviente religiosidad. ¿Por qué hacía Gaudí estas obras? ¿Cómo era su día a día? ¿Cómo era su relación con sus trabajadores? ¿Cuál era su inspiración? ¿A quién pedía permiso antes de construirlas?
Gaudí, un misionero
Gaudí tenía un afán. Conseguir que sus obras se convirtieran en una expresión pública y misionera de la fe cristiana. Esto lo podemos observar sobre todo en su última etapa, la de madurez.
Gaudí culminaba todas las obras con la cruz e incluso tuvo problemas con sus clientes a la hora de llevar a cabo esta misión.
En el famoso edificio de “La Pedrera” quiso colocar una imagen de la Virgen, la “llena de Gracia”. A los dueños no les gustaba esa idea.
La Sagrada Familia se ha considerado como un catecismo en piedra. Gaudí tuvo la intuición de que la fe había que sacarla de las catedrales, por ello los retablos se encuentran fuera del templo.
El Nacimiento, la Pasión y la Gloria no se ven dentro de la catedral. Son los viandantes, católicos y no católicos los que terminan admirando su obra y por ende, su objetivo: mostrar el Evangelio.
Aquí puedes verlo (Galería):
En su día a día, un hombre de misericordia
No sólo quería mostrar el Evangelio con su obra, sino que también quiso mostrarlo con su vida.
Cuidaba de sus obreros, los visitaba en sus casas, si estaban enfermos cuidaba para que nada les faltara e incluso les ayudaba económicamente.
Por ejemplo, para los hijos de los obreros y de los vecinos de la Sagrada Familia construyó unas escuelas junto al templo.
Humildad y oración
El templo expiatorio de la Sagrada Familia fue su oración final. De hecho, pedía permiso a la Virgen de Montserrat para empezar nuevas obras y también lo hizo en este caso.
Vivió pobremente renunciando a grandes proyectos para finalizar su obra. Se sometió a un ayuno que casi lo mata, y sus últimos años los consagró enteramente a la Sagrada Familia, la emblemática “catedral de los pobres” o “Biblia en piedra”.
Su rutina era sencilla: trabajar y rezar. Cada día se dirigía a la Iglesia de la Congregación de San Felipe Neri para permanecer en adoración ante el Santísimo Sacramento expuesto.
Fue yendo a ese lugar donde le sorprendió la muerte al ser atropellado por un tranvía. Vestía tan pobremente que le confundieron con un mendigo y por ello fue internado en el hospital llamado de los pobres, en aquel momento Hospital de la Santa Cruz.
Sus últimas palabras fueron:“Déu meu, Déu meu” (“¡Dios mío, Dios mío!”).
¿Su inspiración?
Antonio Gaudí está camino de la santidad. José Manuel Almuzara, presidente de la Asociación Pro Beatificación de Antoni Gaudí, muestra en El Comercio el punto en el que se encuentra el proceso.
Ya es siervo de Dios y “se ha trabajado durante años en el aparato probatorio de virtudes heroicas y posibles milagros. Falta que los consultores históricos, teológicos y el congreso ordinario de cardenales y obispos estudien la documentación”.
“Él tiene una dimensión religiosa, que igual habría proyectado en su obra aunque no hubiese sido un genio; pero su componente artístico habría sido muy distinto sin su fe”, expresa Almuzara.
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Todo el mundo “católico y no católico” esta prendado de la genialidad de Gaudí en su arquitectura y de su Sagrada Familia. Quizá sea el momento de observar la gran obra del artista, su vida entera.