Su misión era cambiar el corazón de los policías de Colombia, y ahora recibió una nueva bendiciónLa escena puede resultar llamativa. Un hombre vestido con un traje militar color caqui de ojos cerrados y con sus manos bendiciendo un objeto religioso que un joven matrimonio le alcanza con devoción.
Se trata del coronel Silverio Suárez Hernández, que minutos antes había oficiado la misa en la iglesia La Sagrada Familia, en Bogotá, Colombia. Así es, Silverio además de ser sacerdote, es coronel de la policía de Colombia. En los últimos días fue noticia porque su nombre fue incluido en una lista junto a otros 10 oficiales para iniciar el curso de ascenso al grado de brigadier general.
De esta manera, Silverio se convirtió en el primer sacerdote llamado a general de la Policía de Colombia. Su actividad profesional comenzó como periodista de El Tiempo de Colombia para luego formar parte del equipo de prensa de la Policía Nacional de Colombia, institución de la cual forma parte hace más de 20 años.
Sin embargo, en un momento dado, su vida y vocación tuvo un giro inesperado y así lo deja plasmado en el relato brindado a El Tiempo de Bogotá, medio que también lo supo tener entre sus filas.
“La muerte del mayor Humberto Antonio Castellano me marcó profundamente. Era un deportista muy importante aquí en Colombia, había ganado muchos trofeos en atletismo junto a Víctor Mora y él formaba parte de la Federación Deportiva Militar. Un día, sin motivo aparente, un cadete le echó gasolina y lo quemó vivo. Nos preguntábamos qué podría motivar una acción tan salida de los cabales, y después de analizarlo mucho, yo le dije a mi superior que nos faltaba tocarles el corazón a los policías. Ese día me di cuenta de que esa era mi vocación: llevar paz, tranquilidad y amor a través de la palabra del Señor”, expresó.
A partir de ahí y con paso decidido se presentó ante el Obispado Castrense para ingresar al seminario y estudiar Filosofía y Teología. Luego de ser ordenado sacerdote su primer trabajo fue como capellán en una sede policial. Actualmente es capellán de la Escuela de Posgrados de la Policía Nacional.
Durante esta tarea ha oficiado numerosos bautizos, matrimonios, pero también exequias de varios compañeros, siendo para él la parte más dura de su vocación. En esas situaciones su misión siempre ha sido llevar paz y que los familiares de los caídos no pierdan la fe.
Para Silverio esta oportunidad de ascenso a brigadier general significaba una nueva bendición y pidió oraciones para él y el resto de sus compañeros.
El propio Silverio comentó que hacía un año había tomado la decisión de pedir la baja y seguir solo con su misión sacerdotal, pero los planes de Dios, para él, parecen ser otros.
“Cuando me notificaron, duré como 20 minutos para entender la situación. Yo le había pedido la baja a mi general (Rodolfo) Palomino; él me dijo que no estaba de acuerdo, que me quedara y que cerrara mi proceso como debía ser. Hoy sé que Dios quiere que continué mi misión en la Policía”.
La misa, luego de conocida la noticia que tanto lo llenara de júbilo, terminó en aplausos de parte de los feligreses que confían en que Silverio será uno de los mejores generales de la República.