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¿Qué le preguntarías a un eremita dedicado a la oración en el Valle Santo del Líbano?

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Haytham Chaer - publicado el 27/10/16
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Aleteia ha visitado a dos de ellos. Estas fueron las preguntas… y sus respuestas. El Valle Sagrado del Líbano no sólo es conocido internacionalmente por la arquitectura de sus increíbles monasterios, construidos en piedra entre las cuevas de la montaña, a cerca de 1.500 metros a nivel del mar, reconocidos como Patrimonio Mundial de la Unesco.

Este valle también es meta de peregrinaciones para visitar a sus monjes, entre quienes se encuentran dos ermitaños. Se trata de religiosos, que tras haber pasado largos años de vida comunitaria, en el Monasterio de San Antonio Qozhaiya de la Orden religiosa Maronita, decidieron retirarse a la montaña para dedicar toda su vida en la soledad, en contacto con Dios, en medio de alimañas  e inclemencias climáticas.

 

Entre el Convento de San Antonio Qozhaiya, en donde vive el ermitaño Youhana Khawand,  y Nuestra Señora de Hawqa, donde vive el ermitaño colombiano Darío Escobar, hay horas y horas de marcha continua.

Entre el Convento de San Antonio Qozhaiya, en donde vive el ermitaño Youhana Khawand, y Nuestra Señora de Hawqa, donde vive el ermitaño colombiano Darío Escobar, hay horas y horas de marcha continua.

Comen las plantas que cultivan, y viven en pequeñas habitaciones excavadas entre las cuevas de la montaña, con una capilla anexa. En invierno, sin calefacción, soportan el penetrante frío de la nieve y, en verano, el tremendo calor de Oriente Medio.

Hemos decidido quitarnos una curiosidad: hemos decidido afrontar senderos de montaña para hacer una pregunta a los dos ermitaños maronitas del Valle Santo.

Es exactamente lo hacían los peregrinos de los primeros siglos del cristianismo, cuando acudían a visitar a alguno de los Padres del Desierto para pedirles consejo espiritual.

Nos encontramos, en primer lugar, con el padre Youhanna Khawand. Encorvado por los años, sus ojos detrás de viejas y gruesas gafas, nos dieron la bienvenida. Lo que no nos esperábamos era su sonrisa, de oreja a oreja. Cuando le pedimos tomarnos una foto con él, el humilde monje inclinó la cabeza. Nuestro iPhone chocaba con sus ropas, que parecían de varios siglos atrás.

El padre Khawand,  que en mayo cumplirá 80 años, ha sido uno de los más prestigiosos biblistas y liturgias de la Iglesia maronita.

El padre Khawand, que en mayo cumplirá 80 años, ha sido uno de los más prestigiosos biblistas y liturgias de la Iglesia maronita.

El padre Khawand,  que en mayo cumplirá 80 años, ha sido uno de los más prestigiosos biblistas y liturgias de la Iglesia maronita. De joven estudió en Roma. Es difícil saber todos los idiomas que habla, tanto clásicos (ha sido profesor de griego, hebreo, y arameo, el idioma hablado por Jesús), como modernos. En nuestra conversación utilizó el árabe, francés e italiano.

Tras las presentaciones, el ermitaño espera con sencillez nuestra pregunta. No hay tiempo que perder. Ahora o luego será demasiado tarde, pues se retirará de nuevo a su silencio.

“Maestro, ¿puede darnos un consejo, su consejo más importante, para nuestras vidas?”, le preguntamos.

Su respuesta se sintetizó en dos palabras pronunciadas en francés, que fueron las primeras que le vinieron a los labios: “valentía y alegría”.

El ermitaño, así, resumía el itinerario de su vida. Por una parte, no hay que dudar y tener el valor del mismo Jesús, que afrontó incluso la cruz para cumplir la voluntad del Padre y salvarnos.

Ahora bien, la vida, el cristianismo, no es masoquismo. Es también y sobre todo “alegría”. La luz de los ojos del padre Khawand, tras sus gafas, certificaban lo que decían sus labios. Transmitía una alegría contagiosa. Cuando te preparas para visitar a un monje que vive de soledad y ascesis no te esperas encontrar con un hombre que desborda alegría y sentido del humor.

El padre Darío es doctor en Psicología, y ha sido profesor de Teología y griego. A pesar de que había nacido en el seno de una familia bien asentada en Medellín, dejó el confort de su vida para seguir a Dios en las montañas libanesas.

El padre Darío es doctor en Psicología, y ha sido profesor de Teología y griego. A pesar de que había nacido en el seno de una familia bien asentada en Medellín, dejó el confort de su vida para seguir a Dios en las montañas libanesas.

Armados de “valor y alegría”, decidimos emprender un escabroso sendero entre las montañas del Valle Santo durante unos 45 minutos para ir a visitar el pequeñísimo monasterio de la Virgen de Hawqa, donde vive otro ermitaño, también maronita, nacido en Colombia, el padre Darío Escobar.

También a él le pedimos que nos confiara en una frase el consejo más importante de su vida.

“Haz las cosas ordinarias de manera extraordinaria”, nos dijo, esta vez hablando en español. El padre Darío es doctor en Psicología, que ha sido profesor de Teología y griego. A pesar de que había nacido en el seno de una familia bien asentada en Medellín, dejó el confort de su vida para seguir a Dios en las montañas libanesas.

En otras palabras, hacer las pequeñas cosas con amor, al igual que Santa Teresa del Niño Jesús, dice este monje, que tras haber superado los 80 años sólo tiene una sotana negra y una piedra por almohada.

 Aquí miles de peregrinos y turistas no sólo se encuentran, cada año, con la belleza de monasterios que recuerdan la Europa de Nursia, o Asís.

Aquí miles de peregrinos y turistas no sólo se encuentran, cada año, con la belleza de monasterios que recuerdan la Europa de Nursia, o Asís.

¡Bienvenidos al Valle Santo del Líbano! Aquí miles de peregrinos y turistas no sólo se encuentran, cada año, con la belleza de monasterios que recuerdan la Europa de Nursia, o Asís. La riqueza de este Valle, único en el mundo y en la historia de Oriente Medio, queda constituida ante todo por estos hombres, que en el silencio y la oración, siguen dando consejos que pueden llenar la vida de sentido de quienes les visitan en la era del iPhone y Facebook…

Por Haytham Chaer y Jesús Colina

¡Haz clic en esta postal para una visita especial al Valle Santo!

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