El que hoy es el Panteón Nacional de Venezuela en algún momento fue un templo dedicado a la Santísima TrinidadLa devoción a la Santísima Trinidad no parece ser particularmente profunda ni antigua en la piedad venezolana, que es preferentemente mariana. De ello da testimonio el hecho de que la mayoría de la pintura colonial venezolana representa motivos marianos. De hecho, muchas de las imágenes trinitarias que encontramos en la Venezuela colonial y republicana temprana acompañan la Coronación de la Virgen.
El culto al misterio trinitario aparece en Caracas apenas a finales del siglo XVII, cuando el entonces Regidor de Caracas, Don Pedro Ponte Andrade Jaspe y Montenegro, mandó labrar y dotar la capilla de la Santísima Trinidad de la catedral de Caracas, donde ahora están sus restos.
Una de sus hijas se casó con el Teniente General Don Juan de Bolívar Villegas, abuelo de Simón Bolívar, y así fue la familia Bolívar la única heredera que continuó el culto, hasta entonces sólo en la catedral metropolitana. De ahí el nombre de Simón Bolívar, “Simón José Antonio de la Santísima Trinidad”.
El Templo propiamente dedicado a la Santísima Trinidad en Caracas, aparte de esta capilla anexa a la catedral, no empezó a construirse sino en 1745, y se terminó en el 1783 (precisamente, en el año del nacimiento de Simón Bolívar), por iniciativa propia del alarife Juan Domingo del Sacramento de la Santísima Trinidad Infante, a quien el obispo Abadiano concedió la licencia para levantar una ermita, con venia del rey.
El alarife estaba dispuesto a construir la ermita contando con el dinero de la venta de cuatro pequeñas casas de su propiedad, y con la caridad pública. El Ayuntamiento de la ciudad le concedió que los solares dispuestos para la construcción de la ermita no pagaran impuestos, según un acta del día 20 de diciembre de 1745.
La tradición popular cuenta un milagro involucrado en la construcción del templo, que sin duda en algo habrá estimulado el fervor, la piedad y la participación de la gente en el culto del misterio.
El alarife Infante, ante el reto que suponía terminar la ermita, temía morir antes de lograrlo, a la vista del camino que faltaba por recorrer, a pesar de lo bien que marchaba la obra. La crónica cuenta que estando Infante una tarde de 1744 desanimado y abatido por estos temores, un desconocido se le acercó, le entregó una limosna de tres reales, y desapareció súbitamente.
Infante, perturbado por lo misterioso del asunto, se dio cuenta luego de que el número tres no sólo estaba referido en la limosna de tres reales: el milagro se dio en el tercer mes del año, la tercera tarde del mes, el tercer día de la semana, a las tres de la tarde. La historia se hizo popular y la caridad pública no tardó en ayudar a terminar la obra.
Después de destruido por el terremoto de 1812, en una capilla anexa al lado izquierdo de las ruinas (que no se reconstruyeron sino hasta 1874, por orden del gobierno venezolano, para destinarlo luego a ser lo que hoy es el Panteón Nacional) se siguió el culto al misterio de la Trinidad, y desde allí salían las procesiones populares del Domingo de Ramos hasta mediados del siglo XIX.
La calle caraqueña que baja desde el Avila hasta la orilla del Guaire (luego llamada calle Carabobo; las avenidas Norte y Sur) fue bautizada por el obispo Diez Madroñero como “de la Trinidad”, seguramente para legitimar y conmemorar la construcción del templo.
Sobre el río Catuche, que había que cruzar para llegar al Templo, se levantó el “Puente de la Trinidad” (por petición del mismo Infante, proyectado por el ingeniero Manuel de Clemente y Francia, encomendado por el General Solano, gobernador y capitán general de Venezuela en agosto de 1770), junto al llamado “Samán de la Trinidad” (hijo del Samán de Güere, un regalo de un amigo para Infante), también conocido como el “árbol del Buen Pastor”.
Después de terminada la obra, Infante (que al final de su vida tomó el hábito Trinitario) adoptó la firma Juan Domingo del Sacramento y de la Santísima Trinidad de las Mercedes Infante, fundador de la Iglesia de la Santísima Trinidad, coronación de María Santísima y los nueve coros de ángeles, como se conserva en viejos papeles del Ayuntamiento. Fue enterrado al pie del altar mayor del Templo.