No a la humildad de teatro, no a “soy humilde pero orgulloso de serlo”A los pequeños, no a los doctos y a los sabios, el Señor les revela el misterio de la salvación. Lo dijo el papa Francisco la mañana de este martes en la misa celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano. Francisco se detuvo en la virtud de los pequeños que es el temor del Señor; no miedo, explicó, sino humildad.
La “alabanza de Jesús al Padre”, de la que habla el Evangelio de hoy, es “porque el Señor revela a los pequeños el misterio de la salvación, el misterio de sí mismo”.
A los pequeños
El Papa destacó la preferencia de Dios por quien sabe entender sus misterios, no por los doctos ni los sabios, sino por “el corazón de los pequeños”. También la primera lectura, llena de “pequeños detalles”, observó Francisco, “va por esta senda”.
El profeta Isaías habla de un “pequeño brote” que surge del tronco de Jesé, y no “de un ejército que llevará a la liberación. Los pequeños son los protagonistas también de la Navidad, indicó.
“En Navidad, veremos esta pequeñez: un niño, un establo, una mamá, un papá,… Las cosas pequeñas. Corazones grandes pero actitud de pequeños. Y sobre este pequeño brote se posará el Espíritu del Señor, el Espíritu Santo, y este pequeño brote tendrá la virtud de los pequeños, y el temor del Señor. Caminará en el temor del Señor. Temor del Señor que no es el miedo: no. Es dar vida al mandamiento que Dios dio a nuestro padre Abraham: ‘Camina en mi presencia y sé irreprensible’. Humilde. El temor del Señor es la humildad”.
Y solo los pequeños, destaca de nuevo el Papa, “son capaces de entender plenamente “el sentido de la humildad”, el “sentido del temor del Señor”, porque “caminan ante el Señor”, “sienten que el Señor les da la fuerza para seguir adelante”. Esta es la verdadera humildad, explicó Francisco.
No a la humildad de teatro
“Vivir la humildad, la humildad cristiana, es tener este temor del Señor que, repito, no es miedo, sino que es: ‘Tú eres Dios, yo soy una persona, voy adelante así, con las pequeñas cosas de la vida, pero caminando en Tu presencia y tratando de ser irreprensible’. La humildad es la virtud de los pequeños, la verdadera humildad, no la humildad de teatro, esa no”, prosiguió.
“La humildad de aquel que decía: ‘Soy humilde pero orgulloso de serlo’… no, esa no es la verdadera humildad -advirtió-. La humildad del pequeño es la que camina en la presencia del Señor, no habla mal de los demás, solo está atento al servicio, se siente el más pequeño… y allí está la fuerza”.
Pidamos al Señor la gracia de la humildad, de caminar en su presencia
Es humilde, muy humilde también la joven que Dios “elige” para “enviar a su Hijo” y que después va donde su prima Isabel y no le cuenta nada “de lo que le había pasado”, dijo en referencia a la Virgen María.
La humildad es así, añadió Francisco, “caminar en la presencia del Señor”, felices, alegres, porque “Él nos mira”, “exultantes en la alegría pero humildes”, como narra Jesús en el Evangelio de hoy”.
Y concluyó: “Miremos a Jesús que exulta en alegría porque Dios revela su misterio a los humildes, y pidamos para todos nosotros la gracia de la humildad, la gracia del temor de Dios, del caminar en su presencia tratando de ser irreprensibles. Y así, con esta humildad, podemos estar vigilantes en la oración, activos en la caridad y exultantes de alegría en la alabanza”.