La disponibilidad de agua, el aumento de la temperatura y eventos climáticos extremos se presentan como grandes desafíos Hablar de vinos de excelente calidad en América Latina es considerar a países como Argentina y Chile. Así ha sido desde muchísimos años. En la disputa por el podio pocos especialistas se animan a dar un claro ganador y empiezan a surgir los defensores de las cepas más representativas de cada país a la hora de posicionarlos.
El buque insignia de Argentina ha sido en los últimos años el Malbec, mientras que Chile ofrece, por ejemplo, su Carmenére.
Pero estos países emblemáticos en la producción de vinos de alta gama no se agotan en estas cepas, pues hay otras tantas, como el Souvignon Blanc, Cabernet Souvignon, Pinot Noir, Torrontés o Bonarda, que también representan una muy buena calidad en estos países.
Sin embargo, algunas luces de alarma se encienden desde que el fenómeno del cambio climático se hace cada vez más fuerte en América Latina y particularmente en Chile, uno de los más golpeados en este sentido.
Y la amenaza se extiende al mundo del vino y recae de lleno en la calidad de los mismos debido a que hubo de un tiempo a esta parte diversos cambios en el clima del país.
Para José Aguirre, gerente de Viña Veramonte, ubicada en la localidad chilena de Casablanca, la menor disponibilidad de agua, lluvias fuera de temporada (más concentradas y que provocan enfermedades en la uva) y aumento de la temperatura forman parte de los principales problemas para el vino chileno, tal cual comentó a La Hora de Chile.
“En las zonas donde hay heladas en primavera, a inicio de la brotación, este problema se ha ido acentuando, siendo más recurrentes y más intensas. Por otro lado, cuando empieza el periodo de maduración en verano, la mayor radiación solar y la sequía produce un aceleramiento en la madurez de la uva, entonces hay problemas de calidad porque se quema”, expresó.
Para hacer frente a estos desafíos, a través de la Asociación de Vinos de Chile, se empezó a desarrollar un proyecto de investigación junto al Centro de Cambio Global de la Universidad Católica de Chile para encontrar la mejor manera de pararse frente al cambio climático.
Patricio Parra, gerente general de Consorcion I+ D de esta asociación chilena considera que el trabajo pasa por hacer modificaciones de locación de algunos valles o sectores o expandir la frontera vitivinícola hacia el sur.
Al mismo tiempo, Parra observa como ventaja la diversidad de clima en Chile. “Si uno lo analiza, a veces existe mucha más diversidad entre la costa y la cordillera, de este a oeste, que de norte a sur. Por lo tanto, por la forma que tiene Chile, por la diversidad de valles, yo creo que es un país en general que, en condiciones de un cambio climático, podría estar potencialmente mejor preparado, porque tiene más lugares donde explorar: zona de costa, zona de cordillera, zonas de valles, que se pueden abrir a otras alternativas”, indica.
De esta manera, y en esto coincide con Aguirre, Fernando Santibáñez, director del Centro de Agricultura y Medio Ambiente( Agrimed) de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile- se presentan como principales desafíos el tema de la disponibilidad del agua, el aumento de temperatura (algo que conlleva la aparición de más enfermedades en la vid) y la aparición de eventos climáticos extremos tales como el granizo, concluye La Hora.
Si Chile quiere seguir siendo reconocido a nivel internacional por la calidad de sus vinos es hora de afrontar el tema del cambio climático también desde esta perspectiva.